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POR UBALDO KUNZImagen

Finalmente, llegó el delantero que faltaba. Rodrigo Mora, ex Peñarol, proveniente del Benfica de Portugal, es la nueva alternativa que tiene Matías Almeyda para sumar a los atacantes que ya dispone en el plantel. Apenas llegó al hotel, soltó una frase contundente: «Cualquier jugador quisiera estar acá«.

Sobraba ansiedad. Desde hace varios días llegaban más noticias de Portugal que de Buenos Aires. Es que Mora y su representante querían ser cautos, pero el jugador se moría de ganas de venir a River. Faltaban detalles y letra chica, pero desde hace semanas el uruguayo ya tenía puesta la cabeza en el «Millonario».

A las 9 de la mañana, luego de llegar al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, lo llevaron al Holyday Inn, primero para ser presentado en sociedad ante el cuerpo técnico y sus nuevos compañeros, y luego para desayunar junto a todo el plantel. Al mediodía hubo atención a la prensa. La sonrisa y la felicidad en los gestos de Rodrigo Mora eran difíciles de describir con palabras, aunque el propio delantero dejó en claro desde el vamos que se siente un privilegiado por haber llegado a una institución tan importante: «River es un equipo muy grande, extraordinario, y creo que todo sudamericano quisiera estar en el lugar que estoy yo«.

Las ganas de Rodrigo fueron determinantes para su desembarco en Nuñez. Luego de jugar un año a préstamo en Peñarol de Montevideo, tuvo que volver al Benfica. Allí hizo la pretemporada y buscó su lugar, pero el jugador no iba a ser tenido en cuenta y apenas surgió la posibilidad de llegar a River, no lo dudó nunca.

El Mundo River no es nuevo para Mora. Más allá de la cercanía geográfica, tuvo una experiencia vivida en la Copa Sudamericana del 2008, cuando con Defensor Sporting le tocó enfrentar por aquél entonces al equipo que dirigía Diego Simenone: «Lo tuve en contra jugando contra River en el Monumental cuando estuvo el ‘Cholo’ como entrenador y también estaba Abreu«.

Su sueño es escuchar el ‘Uruguayo, Uruguayo‘ bajando de las tribunas del Monumental. Intentará repetir la historia de compatriotas como Enzo Francescoli y Antonio Alzamendi. Dependerá de sus goles, su fútbol y esas vueltas olímpicas que sueña dar mientras esboza, antes de irse con sus nuevos compañeros, una sonrisa más.