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La derrota ante Boca por 3 a 2 y eliminación de la Copa de la Liga fue por un conjunto de causas previas que parecían haber desaparecido en las últimas semanas: las malas decisiones de Martín Demichelis, la falta de carácter y la pésima actuación de los laterales.

Durante 10 años que River siempre dominaba los Superclásicos, llegaba como favorito y, normalmente, los ganaba. Desde la llegada de Ramón Díaz y sobretodo en el ciclo Gallardo. La forma en las que se jugaba aquellos River –  Boca era distinta, y el principal factor de ese cambio es el jefe del equipo. Demichelis desde su arribo en diciembre de 2022 no encontró conexión con los jugadores, las veces que repitió equipo fueron nulas y los refuerzos que llegaron no estuvieron a la altura para competir internacionalmente, a pesar de tener el plantel más caro de la Argentina.

Es difícil de entender como desde que se fue Gonzalo Montiel, no hay un lateral derecho que rinda.  Hoy el Millonario perdió por la inoperancia en la marca y salida de Andrés Herrera y Enzo Díaz, sumado a la pérdida de Miguel Merentiel por parte de Nacho Férnandez en el gol del empate. Se pagó tres millones de dólares por un cuatro, cuando según el presidente del club, Jorge Brito, había dicho que la posición estaba bien cubierta, mientras bien sabemos que: el Yacaré nunca tuvo un nivel que supere los seis o siete o puntos; Santiago Simón y Sebastían Boselli no juegan en ese lugar y a pesar de todo esto, es inexplicable la ausencia de Agustín Sant´Anna en el banco de suplentes.

Además, Micho desde que Borja hizo el 1 a 0, parece que dio la orden de jugar al contraataque y regalar la tenencia de la pelota al contrario, algo que no se encuentra en el ADN Riverplatense. Ganar, gustar y golear es lo que debería haber hecho en el primer tiempo y todo el encuentro, ya que el primer tanto llegó temprano y con una defensa del rival totalmente diezmada. No se aprovecharon las características de Claudio Echeverri para poder seguir rompiendo esas lines y estirar la ventaja. Se subestimó al rival y eso trajo fuertes consecuencias. Pero las malas decisiones van de la mano con el ex defensor central, por lo menos desde que asumió al cargo de DT en el club de Núñez.

Esto es un equipo en formación, pero la gente está cansada de que no se vea un proyecto. No hay caracter, no hay coherencia, y por sobre todo, no hay un lider que tome las riendas y lleve todo para adelante. Nunca mostró esa imagen de querer llevar hacia adelante al equipo, pero si la arrogancia, soberbia y la cero autocrítica en las conferencias de prensa. Este partido debería ser un punto de inflexión para concentrarse al máximo para la competencia más importante del continente, ya que es la única vida que le queda en el club, al contrario, se ve difícil su continuidad al mando de El Más Grande el próximo año si las cosas no cambian.