Anoche, en el programa número 11 de LA MÁQUINA, dialogamos con Rubén Bruno, autor del gol que le dio el campeonato a River en el Metropolitano de 1975 debido a una huelga de futbolistas profesionales. Recuerda aquél episodio, cómo vivió aquella jornada histórica y no se arrepiente haber «quemado etapas» a cambio de haber quedado en la historia de la institución.
Muchos jugadores pasaron y vistieron la camiseta de River sin pena ni gloria. Muchos de ellos marcaron más goles que Rubén Bruno, por ejemplo. Aunque difícilmente logren igualar en importancia lo que significó aquél tanto contra Argentinos Juniors en el estadio Amalfitani. Ese día, el gol fue un grito de guerra, de desahogo, de alivio y de alegría. River volvía a salir campeón del fútbol argentino tras una larga sequía. Y el protagonista principal había sido un jugador amateur. Son esas historias curiosas que regala el fútbol todo el tiempo.
Bruno recuerda cómo se enteraron los juveniles que iban a tener que cargar con una mochila que pesaba toneladas aquella noche en Liniers: «Empezó todo muy temprano, a las 10 de la mañana subimos a la concentración pero no teníamos la más pálida idea que íbamos a jugar. Después con el correr del día se transformó en un rumor bastante importante y a las 6 de la tarde nos confirmaron. Con custodia policial nos llevaron a la cancha. Todo en el mismo día. Se hizo una huelga el miércoles a la noche y el jueves River debería presentarse a sabiendas que los jugadores profesionales no iban a jugar. Nosotros que éramos amateurs tomamos la posta. Recien nos dimos cuando estábamos en la cancha de la responsabilidad, ni te cuento cuando salimos, era una cosa impresionante, eran todos hinchas de River. Salir a la cancha fue algo inolvidable«.
Rubén Bruno recuerda que el partido fue más difícil de lo esperado, por el contexto y por una gran actuación del arquero rival: «Normalmente a Argentinos Juniors le ganábamos, había un par de goles de diferencia. Ese día con tanta gente y el entorno…encima el arquero Díaz esa noche tuvo una noche de Pato Fillol, atajó la vida y no le podíamos hacer un gol». Los nervios y la impaciencia ganaban, pero por suerte para River, en el minuto 22 del segundo tiempo, se pudo abrir el arco: «Fueron 30 segundos que recordé todo lo que me enseñaron desde los diez años hasta jugar en Primera. La pelota me quedó adelante, vino el arquero, lo miré, esperé que cambiara de paso y cambié la pelota al segundo palo. Cuando ví que lo pasó no lo podía creer, se me vino toda la gente encima, de la alegría me puse a llorar como un loco fue un momento de desahogo y tranquilidad, fue apoteótico».
Todavía se sigue hablando de aquél partido y del sentimiento encontrado que generó que un grupo de juveniles diera la vuelta olímpica. A algunos de los profesionales no les gustó, algunos sintieron una traición, pero Rubén Bruno siente que no hay motivos para arrepentirse: «Dar una vuelta olímpica después de 18 años es medio duro, y que la den todos chicos que no habían jugado nunca, no cayó bien. Pero yo había salido campeón con River, ¿me iba a quedar paradito? Yo quería dar 10 vueltas olímpicas, no una».
Esos juveniles, que quedaron en la historia como los que lograron quebrar la racha que perseguía a River y le impedía dar vueltas olímpicas, tuvieron poca continuidad luego de aquél recordado partido. Fueron, en definitiva, héroes por un día: «En esa época era casi imposible jugar en Primera, nosotros teníamos monstruos adelante que no se lesionaban mucho, entonces era casi imposible jugar. Por eso tuvimos que tomar la decisión de irnos«.
Lejos de arrepentirse, Bruno se siente orgulloso de lo vivido, y si tuviera la posibilidad de volver a escribir la historia, no cambiaría nada: «La alegría de la gente de River no te la olvidás jamás. Hoy después de 37 años se siguen acordando de mi. Yo jugué 10 años y quedé en la historia del Club, es una enorme alegría para mí«.
Si querés escuchar el audio con el reportaje completo a Rubén Bruno, podés hacerlo a través del siguiente link:
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