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POR UBALDO KUNZ

Un informe elevado por la Administración Federal de Ingresos Públicos (A.F.I.P.) solicitó provisoriamente la inhabilitación de Jonathan Bottinelli, reciente incorporación de River Plate, por presunta evasión de impuestos en su transferencia. Lo mismo sucedería con Ignacio Piatti en San Lorenzo. Los motivos, alcances y posibles consecuencias. ¿Se acabó la joda en el fútbol argentino?

“ PARAÍSOS FISCALES DEPORTIVOS: LA AFIP PONE LA LUPA EN LA COMPRAVENTA DE FUTBOLISTAS”, titula la Gacetilla de Prensa Nº 3372 de la A..F.I.P. que data del 21 de agosto del año en curso. Sorprende, pero hasta ahí. En realidad, pocos son los desprevenidos que desconocían las irregularidades que salieron a la luz sobre el caso Bottinelli. Sí sorprende que por primera vez en mucho tiempo, un organismo gubernamental se meta de lleno en una investigación que puede marcar un precedente en el proceder no sólo de los dirigentes de River o San Lorenzo, sino del fútbol argentino en su plenitud.

Pero vayamos por partes. En la reunión de Comisión Directiva realizada el pasado 2 de agosto en River Plate, en la misma sesión que se trataron temas “sensibles” como un contrato confuso en las formas con Adidas y un polémico Presupuesto para el Ejercicio 2012/2013, saltó el “Bottinelli-Gate” y todas las irregularidades que usted se podrá imaginar: una libertad de acción que no era tal, la presencia de un ignoto equipo chileno que en cuestión de horas se hizo dueño de los derechos federativos y económicos del defensor, un porcentaje irrisorio que River estaba obligado a pagar y la presencia de grupos empresarios investigados por sus estrechos vínculos con las Islas Vírgenes.

Todos estos elementos, que formaron parte del acalorado debate que se dio en aquella reunión de Comisión Directiva, generaron suspicacias y encendieron señales de alarma en los dirigentes que no comulgan con el oficialismo. Acusaciones cruzadas, los fantasmas del Locarno, el Grupo HAZ y la falta de transparencia en muchas de aquellas transferencias en las que participaron algunos de los que hoy están sentados en el banquillo del acusado, pero también de los acusadores.

¿Quién está libre de arrojar la primera piedra? Ese es otro debate. Lo que está claro es que el Estado intervino y amenaza con investigar no sólo a Bottinelli y Piatti, sino también alrededor de cuarenta casos similares. Triangulaciones, equipos fantasmas, dinero que fluye de un lugar a otro sin siquiera jamás ingresar a los clubes, a esas instituciones golpeadas por el desguace de dirigencias corruptas que olvidan que están comandando asociaciones civiles sin fines de lucro.

La pregunta de rigor periodística sería ¿por qué ahora y no antes? Con tantos antecedentes y transacciones cuyos documentos están y estuvieron en manos de la A.F.I.P. y la Inspección General de Justicia (I.G.J.), con tantas auditorías, ¿por qué hubo que esperar tanto? Y las respuestas son tan disimiles como las suspicacias que estas operaciones pueden generar.

Lo que parece estar claro es que desde que el Gobierno Nacional intervino a través de “Fútbol Para Todos”, la idea de la re-estructuración de este deporte y las instituciones que participan en las distintas categorías quedó relegada a una simple repartija televisiva. La falta de regulación en la “etapa privatista” en la que dominó Torneos y Competencias S.A. llevó a los clubes a un endeudamiento que perdura hasta nuestros días. La crisis de los clubes grandes se tradujeron en hecatombes deportivas (¿hace falta mencionar el ejemplo de River?). La falta de controles elevó los niveles de corrupción a límites insospechados. La habitualidad y la impunidad de todas estas prácticas poco transparentes llevaron a creer que la fiestita duraría para siempre. Se incrementaron los contratos de la televisación y los clubes cada día profundizan más sus deudas. Hoy hay más ingresos, pero los problemas son estructurales. ¿Entonces?

Hoy está en juego el dinero del Estado. Que esos fondos ingresen por un lado y egresen por otro no debe causar mucha gracia. Y bienvenido sea, porque la bendita re-estructuración del fútbol argentino depende de una regulación en serio. Off the record, se habla de ir a fondo. De castigar culpables. De inhabilitar jugadores más allá de los recursos de amparo que puedan salir de Futbolistas Argentinos Agremiados. Pero algún día, la rueda deberá dejar de girar, habrá que pisar la pelota y que el que las haga, las pague. Ojalá así sea, por el bien de nuestro Club y su patrimonio, pero sobre todo por el bien de este bendito deporte.