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A 15 minutos del final, un puñado de hinchas de River se subieron al alambrado de la popular visitante y rompieron parte del mismo. Rápidamente actuaron los Bomberos y la Policía para que los simpatizantes bajaran y el partido pudiera terminar. Antes del encuentro, hubo otro operativo bochornoso que hizo que cientos de hinchas millonarios ingresaran a la tribuna con el cotejo empezado. 

Los síntomas de agotamiento fueron in crescendo, desde el verde césped hacia la tribuna. La paciencia llegó a niveles intolerables, aunque la conducta del «hincha común», por llamarlo de alguna manera, fue intachable en el estadio Amalfitani. Aún teniendo motivos para reaccionar ante el manoseo y el maltrato policial, porque la previa del partido estuvo dominada por el malestar y el mal humor que generan los operativos de la Comisaría 44º, totalmente inútiles, ineficaces y deficientes, ya que el ingreso de la gente de River nuevamente estuvo mal planificada. Tal es así, que muchos pegaron el grito en el cielo por haber ingresado a la tribuna con el partido empezado.

Sin embargo, promediando el segundo tiempo, comenzaron a notarse movimientos «raros». Alrededor de los 30 minutos, un grupo minúsculo de jovencitos, con las cabezas tapadas por buzos y capuchas, acataron órdenes y se subieron al alambrado de la popular visitante, con claras intenciones de suspender el partido. Más allá del resultado y lo mal que estaba jugando el equipo, nada parecía justificar una suspensión de tamaña naturaleza.

Los rumores de una ruptura entre la barra de River y un sector del oficialismo, que estaría generando las condiciones para que retome el poder otra de las facciones, sonaron fuertes ayer antes del encuentro. Tal es así, que en la previa desde algunos foros de internet alertaban sobre la posible presencia de la denominada «Banda del Oeste» y de que hubieran incidentes. También se vieron algunas pintadas intimidatorias en los alrededores del estadio, aunque no hubo mayores problemas.

Conjeturas al margen, lo único claro es que este domingo, además del horario y el pésimo partido que brindaron los dirigidos por Almeyda, el hincha debió padecer nuevamente un operativo bochornoso que  es moneda corriente en el estadio de Vélez.