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Por Ubaldo Kunz

River está atravesando una nueva turbulencia. Una de las muchas a las que se acostumbró a atravesar y  transitar a los tumbos. Rumores, declaraciones cruzadas, dirigentes que en la confitería dicen una cosa y en el despacho del presidente dicen otra. Historias de traiciones y puñaladas, hay a rolete.

Sin embargo, esta nueva tormenta por la que está atravesando Matías Almeyda, tiene algunas aristas, cuanto menos, novedosas y sorprendentes. ¿Por qué? Porque si uno se pregunta por qué está en duda su continuidad en el cargo, se encuentra que todas las patas lo sostienen. Veamos:

EL PLANTEL ESTÁ UNIDO Y LOS REFERENTES LO BANCAN. Hoy por hoy, tanto David Trezeguet como Leonardo Ponzio lo apoyan dentro y fuera de la cancha, en la intimidad y mediáticamente. Son los que manejan el vestuario y los que a la hora de declarar, bajan línea cada vez que pueden. No sólo defendiendo al entrenador, sino también «marcando la cancha» cada vez que algún compañero «se le va la lengua» a  la hora de declarar. Y si bien hay en el plantel algunos jugadores que han perdido la confianza en el DT por sus permanentes cambios, volantazos y algunos «castigos» por indisciplina, el tono conciliador del delantero franco-argentino y la ascendencia de Leonardo Ponzio de alguna manera mantienen las aguas del vestuario con cierta tranquilidad. Al menos desde el campo de juego, no hay ni habrá «cama» de parte de los jugadores hacia el cuerpo técnico.

DESDE EL «MEDIO» DE LA TRIBUNA TAMBIÉN LO APOYAN. Desde que comenzó este torneo, llamó la atención que el primer canto nacido desde el centro de la popular haya sido «Almeyda te saludan Los Borrachos del Tablón». Pocos han tenido ese privilegio. Quizá el último «mimado» por ese sector de la popular fue Ramón Ángel Díaz, y en menor medida Leonardo Astrada. Ni Passarella ni Gallego (técnicos de la casa), y muchos menos Pellegrini, Simeone y Cappa (técnicos nacidos en otros clubes) han contado con ese aval. Más allá de las conjeturas y las suposiciones, los entrenadores que tuvieron ese apoyo por lo general han perdurado en el tiempo. Que quede claro: el descontento del hincha es cada vez más amplio, pero no es un factor desestabilizante. Sin ir más lejos, el domingo en Liniers, cuando el grueso de la gente empezó a cantar por Ramón Díaz, desde el sector de los bombos nacieron otros cánticos de protesta para tapar el reclamo por la vuelta del riojano. Toda una demostración que, al menos desde la barra, no habrá apretadas ni visitas al vestuario o el entrenamiento para pedir por su cabeza. Y el «hincha común», en ese sentido, no es un factor destituyente.

EL PRESIDENTE Y LA PRIMERA LÍNEA DIRIGENCIAL LO QUIEREN SOSTENER HASTA MEDIADOS DE JUNIO DE 2013. Sí, leíste bien, la continuidad de Almeyda tiene fecha de vencimiento, y esto tiene un por qué. En primer término, el entrenador de River fue en su momento un «escudo protector» para muchos dirigentes millonarios. Si con el descenso consumado la crisis institucional no fue más grave, en parte fue por el desembarco de Matías Almeyda y la llegada de algunos ídolos del Club, como Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez.

Sin embargo, la situación con Almeyda se fue desgastando, fundamentalmente con el presidente del Club. Quizá uno de los pocos que sostuvo al «Pelado» fue Diego Turnes. El flojo rendimiento y algunas derrotas que provocaron ruido en la B Nacional condicionaron la continuidad del DT y hasta existieron sondeos por Miguel Ángel Russo, admitidos por integrantes de la Comisión Directiva.

Claro que nada de esto prosperó, simplemente porque los resultados estuvieron del lado de Matías Jesús. Hoy la realidad es diferente. ¿Por qué? Porque Passarella valora el gesto de haber puesto a cabeza y jugársela cuando «rearmó» este plantel alrededor de David Trezeguet, dejando afuera a jugadores con contratos que la dirigencia pedía a gritos que no se renovaran. Fue en algún punto un «nuevo escudo» ante el malestar de los hinchas, y ese es un dato que no se puede soslayar.

Luego de la derrota en Liniers, algo se quebró. Del «comienzo de la nueva era» que había anunciado con bombos y platillos Almeyda a ese River pálido frente a Vélez algo cambió. Quienes estaban agazapados esperando un gran resbalón para hacer lobby por los candidatos que suenan siempre, o casi siempre cada vez que tambalea un entrenador.

El rumor se instaló desde el domingo después del partido: si River pierde contra Racing, Almeyda se va. Que llamaron a Ramón, que hablaron con Troglio, con Labruna… Hasta se cruzaron mensajes de texto que auguraban una renuncia de Almeyda inminente. La poca cintura política para desactivar la bomba alimentó aun más esos rumores de pasillo, que hoy quedaron en la nada luego de la conferencia de prensa que dio el presidente millonario por la tarde.

Hoy Passarella y su círculo cercano -cerradísimo- sostienen a Almeyda porque es un entrenador dócil a las sugerencias y las críticas, que tiene un contrato que no implica una gran erogación económica para el Club, y porque hay algunas actitudes que no se pueden pagar con traiciones. Además, dentro de las alternativas que manejan, consideran que el «Pelado»-aun con sus errores- no es mucho menos que lo que hay en el mercado.

La estrategia electoral del passarellismo apunta a dar un golpe de efecto recién en junio de 2013, cuando se termine el contrato por un año que firmó Almeyda apenas ascendió. Con la llegada de un entrenador de renombre (¿finalmente Ramón aceptará?), con la vuelta de algunos ídolos de la casa (¿D’Alessando?¿Demichelis?¿Aimar?), buscarán generar un «nuevo escudo protector» que permita la reelección de un oficialismo que hoy por hoy cuenta con una imagen bastante negativa luego del descenso y el affaire Cavenaghi/Domínguez. Y que seguramente llegue fragmentado a las próximas elecciones.

Hasta cuándo será técnico Almeyda, es algo que nadie lo sabe hoy por hoy con exactitud. Más viniendo de Passarella y sus decisiones fuera de toda previsibilidad. Lo que sí está claro es que el apoyo dirigencial hacia el entrenador millonario transita más por los carriles de la conveniencia política que por las filas de la convicción, y en este sentido, está lejos de formar un proyecto a largo plazo.