Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /home4/maquina/public_html/wp-content/plugins/wp-scheduled-posts/includes/Social/Facebook.php on line 136
Isotipo_Figuras3

Por Ubaldo Kunz

 

El superclásico es un partido aparte. Es el encuentro en el que los factores externos forman parte de un espectáculo único, inigualable. Es en realidad lo que lo hace distinto a todos los demás, porque siempre hay una fiesta preparada desde las tribunas para darle al cotejo un marco incomparable.

Desde las semanas previas, varios grupos y movimientos del Club comenzaron a darle impulso a una convocatoria de papeles, banderas y cotillón. Pronto, como siempre sucede, la fiesta pasó a ser parte de los hinchas, de todos aquellos que desde el anonimato aportaron su granito de arena para que la fiesta sea única. En ese sentido, River siempre saca una luz de ventaja sobre los rivales de toda la vida: nadie se adueña del colorido. «La fiesta la hacemos entre todos«, fue el lema. Y así sucedió.

Cuando River asomó al verde césped cerca de las 15.30, el Monumental lucía con un colorido imponente. Los mosaicos en las tribunas laterales altas, los globos alargados (también denominados «pendorchos») en la popular y las plateas bajas,  más de 5 toneladas de papel distribuídas entre las diferentes ubicaciones…la fiesta y el carnaval eran sólo de River, que tuvo un recibimiento a la altura de su grandeza.

En el entretiempo, se vivió uno de los momentos únicos que sólo el folklore bien entendido puede permitirnos disfrutar. Un enorme chancho inflable, con los colores bosteros, comenzó a ascender lentamente desde la tribuna Centenario baja, y quedó cara a cara con la parcialidad visitante. Desde abajo, unas sogas lo sujetaban y lo hacían mover como una marioneta. En el momento que salieron los equipos para el segundo tiempo, Lunatti decidió demorar el inicio hasta que el chancho no descendiera, y desde la voz del estadio llegó el pedido que hizo que todo el Monumental estallara en una carcajada.

Hasta el momento fatal del empate, lo de River fue una verdadera fiesta, organizada con la originalidad habitual. Lo que luego sucedió en el campo de juego fue otra historia. Pero el hincha de River, como siempre sucede, ganó su partido por goleada.