(Incluye audio) En una nota telefónica en exclusiva con LA MÁQUINA, Hernán Díaz repasó su historia como jugador, desde sus comienzos hasta sus años de glorias y títulos. También analizó el presente de River y del fútbol argentino: «River es un equipo irregular, que a veces juega bien y a veces no tan bien, como la mayoría de los equipos «, afirmó. Como siempre, 100% auténtico, dentro y fuera de la cancha.
Hace unas semanas, pasó por nuestros estudios uno de los laterales más importantes que tuvo River en su historia, el gran «Tapón» Gordillo. Hoy, en nuestro 26º programa, nos dimos el lujo de entrevistar telefónicamente al sucesor y -posiblemente – el último ídolo que tuvo River en esas posición: Hernán Edgardo Díaz.
En más de media hora de reportaje, estas son algunas frases que dejó la «Hormiga» en nuestro programa:
-«Con el ‘Mono’ Burgos y el ‘Pipa’ Gancedo éramos un poco los más divertidos del grupo. Pero había un buen clima, un buen ambiente, éramos compañeros y amigos, y pensábamos parecidos todos. De esa forma es mucho más fácil y mucho más llevadera la convivencia y el trato del día a día en el fútbol«.
-«Muchas veces se dice que es un casete del jugador de fútbol cuando dice que hay un buen grupo. Pero es como los cimientos de una casa. El único equipo que si se llevan todos mal ganarían todo debe ser el Barcelona«.
-«Cuando llegué a River tuve momentos difíciles, porque cuando llegó Daniel Passarella no jugaba. Y sin embargo nunca cambié mi forma de ser, de entrenar, de estar de buen humor, porque sabía que iba a terminar jugando y que iba a hacer lo imposible para que así sea«.
-«Ese grupo de jugadores, que ganó tantas cosas en River, aún hoy somos amigos y seguimos hablando. Cuando tenemos la posibilidad de coincidir, tratamos siempre de juntarnos y mantenemos la comunicación y hablamos permanentemente«.
-«Todos los chicos que llegaban o la gente que llegaba de afuera, uno trataba de incorporarla para que rápido engranaran en lo que era River, entonces era muy difícil que al que llegara le fuera mal o que no supiera dónde estaba«.
-«Yo cuando empecé a jugar al fútbol no tenía representante y no me importaba si el premio era tanto…era otra mentalidad. Nosotros salíamos con ese equipo de River y sabíamos que ganábamos, porque nuestra cabeza era esa. Es distinto, hoy está la «play», ya no se miran más los partidos…muchas cosas han cambiado. Tanto el entrenador como los formadores tienen que trabajar mucho más para meter otra vez en el fútbol a los chicos, de volver a crearles un sentido de pertenencia que en muy pocos clubes existen«.
-«River se fue a la B y explota los estadios, ningún otro equipo llena las canchas como River. Pero el hincha de River históricamente va a querer que juegue bien y que gane. Eso es parte de la historia. Al hincha de River le va a gustar toda la vida que gane, guste y golee«.
-«El descenso lo vivimos como todos los hinchas de River, como un mazazo impresionante en la cabeza. Nos dejó a todos aplastados. Son heridas que van a estar siempre, pero de a poco van cerrando«.
-«Matías (Almeyda) está buscando, trata de buscar, por ahí encuentra…el equipo tiene altibajos, es irregular, creo que eso es algo que se ve todos los domingos«.
-«Parecía en un momento que Matías había encontrado el equipo, empezaron las lesiones, después se lesionó Trezeguet…es complicado, yo creo que para opinar en profundidad uno tiene que estar ahí adentro».
-«Uno opina de lo que ve, y uno ve que River es un equipo irregular, que a veces juega bien y a veces no tan bien, como la mayoría de los equipos».
-«El jugador de River tiene que entender que esa camiseta no se la pone cualquiera. Que es un honor, un orgullo, un privilegio, que es a lo máximo que un jugador puede aspirar. Vestir la camiseta de River es lo máximo»
-«Jugar en uno de los mejores equipos del mundo, más que presión es una bendición, es porque te tocaron con la barita mágica».
-«Con el Burrito Ortega hablé hace dos días…es un crack y merece su partido despedida como lo tuvo el Enzo, Alonso, porque es uno de los grandes ídolos de River«.
-«Hay cosas que uno se lleva que nada lo empañan. El reconocimiento, el cariño de la gente, más allá de las salidas y las formas, es lo que uno se lleva a la tumba«.
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