El equipo dirigido interinamente por Gustavo Zapata derrotó 1 a 0 a Lanús en el Monumental y se despidió de su gente con una sonrisa. Ramón estuvo en la previa y saludó a los hinchas. El uruguayo Mora tuvo otra destacada actuación.
River se despidió de su estadio y su gente de la mejor manera: derrotó al conjunto dirigido por los mellizos Barros Schelotto, sumó tres puntos importantes, volvió a ganar de local y le dio la bienvenida a un hijo pródigo de la casa como Ramón Ángel Díaz. Una tarde redondita.
En los noventa minutos, River evidenció los mismos errores y aciertos que en todo el semestre: alternó buenas y malas, por momentos le costó generar situaciones de gol claras y abusó del centro y el pelotazo cuando las ideas escaseaban. Tal es así que cuesta localizar en la primera etapa aproximaciones concretas al arco Granate.
En el complemento, apareció la mejor versión del uruguayo Mora y de Leo Ponzio y el millonario consiguió desde el juego aéreo romper el arco de Marchesín. Lanús, nervioso y apremiado por el resultado en Liniers, fue en busca del empate pero erró los caminos. Y además, encontró a Marcelo Barovero, que en su regreso al arco de River tuvo una actuación destacada.
Ganó River, que volvió a sonreír y a sumar de a tres. También volvió a mostrar las mismas fallas y limitaciones. Ramón tendrá mucho por trabajar de cara al futuro. Pero el aura ganador del riojano comenzó a jugar su partido. Y lo ganó. Bienvenido sea.
