El equipo de Ramón perdió 1 a 0 ante San Lorenzo y acumuló su tercera derrota en sólo cinco fechas. En 90 minutos casi no generó situaciones de gol y dejó una lastimosa imagen en el Nuevo Gasómetro.
River volvió a jugar muy mal. Y perdió, sin atenuantes. Sobre todo por lo hecho por San Lorenzo en la primera etapa, en la que tuvo el dominio y las situaciones más claras del partido. Desde el tridente conformado por Ignacio Piatti, Gonzalo Verón y Ángel Correa, los dirigidos por Juan Antonio Pizzi comenzaron a generar peligro desde las bandas, con llegadas profundas hasta la línea de fondo que ni Ponzio por derecha ni Vangioni por izquierda podían contener.
Lo de River fue muy pobre. Solamente pisó el área a los 9 minutos, gracias a un desborde de Teo que culminó en el gol bien anulado a Rodrigo Mora. Después, fue un equipo que apostó al error y el desgaste del rival, que no tuvo nunca la pelota, que no encontró en Fabbro la conducción que necesitaba y que apeló casi sistemáticamente al pelotazo largo desde el fondo. Y que se fue al descanso sin goles en su meta por una nueva gran actuación de Marcelo Barovero.
En el complemento, el ingreso de Carbonero por Fabbro desnudó la intenciones de RIver. Priorizó jugar con un 4-4-2 que cubriera el ancho de la cancha y tapara el juego por las bandas del equipo local. Todo se fue al tacho cuando a los 13 minutos, Leonel Vangioni derribó (según el árbitro) a Verón en el área y permitió que Buffarini desde el punto penal anotara el tanto que cerró el partido.
Los dirigidos por Ramón carecieron de fútbol y claridad para -aunque sea- insinuar el empate. Recién en la última jugada del partido lo tuvo Carbonero, solito y solo, en inmejorable posición, pero la pelota dio en la parte exterior del parante derecho de Torrico. Ni el tiro del final le salió a este pobre River, que profundizó su crisis futbolística y volvió a preocupar a todos por su nivel.
Por Ubaldo Kunz
