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Esta noche, River jugará el partido más importante de la última década. El encuentro más trascendente desde aquella fatídica eliminación por Copa Libertadores, hace diez años atrás. Los nombres y los protagonistas son otros, las circunstancias también.

El equipo de Gallardo viene de dos igualdades y una derrota. O si se quiere, de seis triunfos consecutivos en la Copa Sudamericana, según la mitad del vaso que se quiera mirar. Es que La Banda nos acostumbró a ganar y pasar por encima a los rivales, sobre todo en la primera mitad del torneo local. Por eso, extrañó verlo tambalear en las últimas fechas.

Pero River es River. Y este equipo de hombres, que se construyó sobre los cimientos de la estirpe ganadora de Ramón y la idea ultraofensiva de Gallardo, tiene fuego sagrado. Tiene todavía un plus, como bien dijo el «Muñeco». Y esas balas que todavía quedan en el cartucho apuntan todas al rival eterno.

Algunas voces muy cercanas al plantel le comentaron off the record a este humilde medio la bronca que masticaron los futbolistas por la lluvia que diluyó la superioridad millonaria en el último superclásico. Las mismas voces transmitieron que algunos jugadores insultaron al aire cuando Cerro Porteño igualó transitoriamente el encuentro disputado en Asunción de Paraguay ante el rival de esta noche. Estos jugadores quieren enfrentar a Boca, desde hace semanas. Y no ven la hora de hacerlo.

Por eso, la fe en ellos está intacta. Más allá de las dudas, la baja de Mora, las estadísticas y la mar en coche. Este equipo de HOMBRES demostró en lo que va del año que los historiales importan muy poco. Ellos quieren escribir la historia. Por eso, como hace ocho meses atrás, serán 11 contra todos. Y SERÁN LEYENDA.