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River campeon

De buenas a primeras, da la sensación que todo lo bueno que construyó River a lo largo del 2014 se transformó en escombros pulverizados e inútiles. Se habla ligeramente de crisis, de un plantel dividido, de decisiones tomadas al interior del vestuario que desataron algunas molestias. También de errores en los planteos, de falta de visión dirigencial para reforzar el equipo, de premios impagos y hasta de apatía y conformismo de algunos referentes. Todo, por supuesto, desde el plano de la mera suposición.

Quien escribe es de los que piensan que en las derrotas también hay aprendizajes. Sobre todo cuando la autocrítica -siempre bien intencionada- nace de adentro y queda puertas adentro. Por eso, resulta ridículo escandalizarse por las palabras de Gabriel Mercado hacia algunos compañeros en tono recriminatorio luego de una derrota tan abultada. El que pisó alguna vez un vestuario sabe que esos exabruptos son la regla y no la excepción.

Lo que está claro es que Marcelo Gallardo deberá apuntalar algunos cimientos que en el verano parecieron tambalear. Al menos en los dos superclásicos, donde River evidenció problemas físicos (¿normales a esta altura?) y futbolísticos (corregibles). Material hay, más allá de algunos bajos rendimientos. De hecho, en el verano anduvieron mejor algunos «suplentes» que los consagrados titulares.

Conociendo la manera de pensar y trabajar del «Muñeco», no se tratará de un simple cambio de nombres o de «figuritas», como se suele afirmar en la jerga futbolera. Es necesario un cambio de «chip» en la cabeza de sus dirigidos. Habrá que dejar atrás un 2014 fantástico e inolvidable. Habrá que recomponer las ganas, las ambiciones, el hambre deportivo y la mentalidad ganadora de un plantel que tendrá como mayor desafío el VOLVER A SER. El de esta noche deberá ser el primer paso.