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IMAGEN: Agencia AP
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El que aguantó el parto que fue hoy tiene vida para rato. Del infierno al cielo en cuestión de segundos, y viceversa. No recuerdo haber vivido nada igual, fue una locura total. River se impuso como corresponde ante San José pero le costó más de la cuenta, producto de confundir jugar rápido con apurarse, del nerviosismo lógico por pensar más en lo que estaba pasando en Perú que en lo que pasaba en el Monumental y por falta de precisión en los metros finales.

Llegó el primer gol con Mora, quién es el alma de este River. El partido se abrió antes de que terminara el primer tiempo, luego lo terminò de liquidar en el comienzo del segundo. River hizo lo suyo y pasamos a depender de lo que hacían los mexicanos, ya que el partido nuestro no tenía equivalencias.

Lo que dejó River como saldo negativo fue el rendimiento cada vez más bajo de Pisculichi. Como saldo positivo, el buen funcionamiento de Kraneviter y la levantada del «Pity» Martinez.

La radio o el canal que trasmitía el partido de Juan Aurich con Tigres se transformó en nuestro termómetro, en nuestro marca paso, donde quedamos pendientes de un hilo entre vivir y morir. Pero el destino nos tiró un guiño. Nuestra gente está hecha de un corazón de acero que resiste en los peores momentos.

La presión ahora es de otros, hay que ver si se la bancan. Más de uno nos quería ver muertos, más de uno quería ver a River pasar vergüenza, pero acá estamos más vivos que nunca.

Que venga el que sea. River es sinónimo de grandeza, de alma, de corazón y de vida. Que la cuenten como quieran, acá está el Más Grande y el que ríe último…