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Mora vs San Jose

En el Monumental, River Plate goleó a San José y recibió desde Perú la noticia que todos esperaban: con el triunfo de Tigres ante Juan Aurich, clasificó a octavos de final en un desenlace dramático.

River cree en los milagros. Y no es para menos. Es que la noche templada del Monumental tuvo todos los condimentos. Desde el manojo de nervios que fue el equipo de Gallardo en la primera etapa, los goles de Tigres, los de Juan Aurich para igualar y dar vuelta el resultado, y todos los vaivenes que produjeron los nueve goles en Perú.

Como era de esperar, el equipo del “Muñeco” comenzó a inclinar la cancha desde el vamos. Ya a los 3 minutos de juego, el millonario llegó hasta el fondo y Rodrigo Mora reventó el travesaño entrando como centrodelantero. Cinco minutos después se repitió la escena, pero esta vez fue Carlos Sánchez quién apareció como 9 y cabeceó débil, para la volada espectacular del arquero Lampe.

Sin embargo, con el correr de los minutos comenzó a ganar la impaciencia, adentro del campo y en las tribunas. Los dirigidos por el “Muñeco” cayeron en una serie de imprecisiones que desataron algunos murmullos y el nerviosismo generalizado. Ni los goles de Tigres que llegaban desde Perú lograban trasmitir serenidad. Para colmo, a los 38 minutos, Barovero se convirtió en héroe con una tapada monumental que significó mucho desde lo anímico.

Tres minutos después de la salvada de “Trapito”, River encontró la fórmula desde la salida de un corner y la siesta que durmió toda la defensa de San José. Rodrigo Mora, con un derechazo combado, clavó el esférico junto al palo izquierdo de Lampe, para ir al descanso con la tranquilidad necesaria.

En el complemento, River aprovechó el envión recibido por el resultado a favor y el empate transitorio en Chiclayo. De todos modos, debía agrandar la diferencia para superar a Juan Aurich en la diferencia de gol. Y lo hizo en menos de diez minutos. Primero, a través de un penal ejecutado con mucha clase por Rodrigo Mora. Minutos después, por un puntinazo de Teo que se gritó con alma y vida.

River estaba adentro. Pero…las malas noticias llegaban desde Perú con los goles de Juan Aurich que dieron vuelta el partido. Nadie lo podía creer. Era el momento que verdaderamente dejó de importar lo que sucedía en el verde césped del Monumental. Todas las miradas apuntaban a los monitores. Las radios se transformaron en parlantes vivientes. Y llegó el tercero de Tigres. El cuarto. El quinto. El descuento de Juan Aurich. Y el final que todo el pueblo millonario esperaba.

El River de los milagros superó otra parada brava. Superó otra señal de Dios, del destino o vaya uno a saber. Y consiguió un pase a octavos de final con olor a superclásico.