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La investigación avanza y las pericias comienzan a apuntar a un sector que, hasta aquí, parecía ajeno a los incidentes: la barra brava de Boca Juniors, más conocida como «La 12». A continuación, los detalles de la cobarde agresión.

El bochorno ocurrido en La Bombonera sigue generando repercusiones. Es que las pericias comenzaron a brindar un poco de luz en medio de tantos trascendidos, de tantas versiones encontradas y de las operaciones que están a la orden del día. Una mala lectura en los labios de Julio Chiarini y la utilización de algunos comunicadores y medios «amigos» trataron de instalar una «mala praxis» policial en el manejo del gas pimienta. Una hipótesis que, a las claras, dejaba un poco mejor parado a Boca en cuanto a las posibles sanciones que estudia la Conmebol.

Sin embargo, el pez por la boca muere, dicen. Las primeras declaraciones de Angelici buscaron desligar a la barra brava xeneize de toda responsabilidad. Hasta el propio presidente asumió toda la culpa. ¿Llamativo? Muy. Sobre todo porque este testimonio benevolente se produjo pocos días después de avalar un proyecto para «blanquear» a los violentos…

Las palabras del mandamás boquense no pudieron ocultar una segunda hipótesis, que apunta de lleno al centro de la popular boquense. Es que algunos hinchas locales revelaron un dato curioso: en medio del primer tiempo ingresó a la cabecera sur baja un número de simpatizantes, algunos con sus rostros ocultos, y ocuparon con cierta vehemencia un sector del alambrado, cercano al túnel del vestuario visitante.

¿De quiénes se trataba en realidad? De varios integrantes del grupo de Lomas, con vieja tradición y ascendencia en la barra de Rafael Di Zeo, histórico Jefe de «La 12». ¿Qué estaban tramando? La Fiscalía recogió algunas escuchas que vincularían a estos hinchas con una «sorpresa» que planificaron para el recibimiento en el segundo tiempo. Lo que nadie sabía era que el «chiste» iba a terminar en semejante escándalo.

Las cámaras televisivas apenas pudieron enfocar desde su perspectiva algunos inadaptados que trataban de quemar la manga con unas candelas, pero no lograron alcanzar ni al «Panadero» ni a Federico Blanco, responsables de derramar unos bidones sobre la boca del túnel. Allí se filtró parte del líquido que le produjo quemaduras a varios futbolistas de River, antes de ingresar a la manga. ¿El agravante? La presunta complicidad de un empleado del club, que avisó a los barras «desde adentro»  el momento preciso en el que el equipo de Gallardo comenzó a subir las escaleras rumbo al campo de juego.

En las últimas horas se sumaron dos elementos más: por un lado, unas fotos que comprueban que el líquido que alcanzó a los jugadores millonarios fue lanzado desde la tribuna y alcanzo a ensuciar una parte de las paredes y el piso del túnel visitante; por otro lado, la confirmación que la sustancia que cayó sobre las camisetas de River es en realidad un preparado casero conocido como «Mostacero», compuesto por ají picante, pimienta cayena y una fermentación ácida. Su combinación es altamente irritante y es lo que produjo las quemaduras de primer grado y el ardor generalizado.

Si la investigación continúa avanzando en este sentido, la teoría del gas pimienta policial se derrumbará por completo y desnudará las verdaderas intenciones de una operación fallida. Sólo restará determinar la responsabilidad directa del club y la complicidad de algunos empleados que permitieron el ingreso «por izquierda» de la sustancia corrosiva. Lo que quedará esclarecido es que la barra de Boca volvió a ser protagonista de otro acto criminal y lamentable. Para esta gente, la cobardía no tiene fin.