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Sanchez vs Chapecoense

El equipo del Muñeco la pasó mal en Chapecó. Sufrió hasta el final, cayó 2 a 1 pero se metió otra vez en semifinales. 

River consiguió el objetivo que fue a buscar a Brasil y está otra vez entre los cuatro mejores del certamen continental. Sin embargo, el semblante final mostró caras de preocupación. Es que el equipo del Muñeco la pasó bastante mal en Chapecó y sufrió en demasía para lograr el pase a semis.

En la primera etapa, el equipo que comanda Marcelo Daniel se plantó desde el vamos en campo contrario e impuso su fútbol. Consiguió algunas aproximaciones en los pies de Pisculichi y Ponzio, pero sobre todo, los mejores pasajes de su juego en los primeros veinte minutos. Sin embargo, una desatención defensiva compartida entre Álvarez Balanta y Casco permitió que el local abriera el marcador, desde la cabeza goleadora de Bruno Rangel y la carambola en el defensor colombiano.

El local, empujado por su gente y el envión anímico del gol, comenzó a inquietar el arco millonario. Maranhao se hizo un festín por la banda izquierda de la defensa millonaria, en un mano a mano con Milton Casco que ganó casi siempre. Por el otro sector, Dener y Ananías desbordaron a Mercado en contadas oportunidades. Con más ganas que claridad, el conjunto verde complicó a River más de lo imaginado.

Pero el equipo de Gallardo siempre tiene un as en la manga. Y esta noche, reapareció Pisculichi, con pelota en movimiento y una habilitación milimétrica para Sánchez, que con un cabezazo a contrapierna batió la resistencia del arquero Danilo cuando se moría la primera etapa.

El entretiempo, lejos de calmar las aguas, pareció pronunciar los mismos inconvenientes. El Más Grande entró dormido y tuvo que intervenir Barovero ante una pelota parada. Del rebote, Neto quedó abajo del arco y la tiró a la tribuna. Un aviso de lo que iba a suceder pocos minutos después. En otro balón detenido, Álvarez Balanta volvió a perder en el juego aéreo y Bruno Rangel, una vez más, empujó en el corazón del área.

A partir de ese momento, River se mostró aturdido. Ponzio dejó su lugar a Viudez, pero Álvarez Balanta pidió el cambio y obligó a quemar naves demasiado rápido. Otra tontería del defensor colombiano, que desnudó la falta de liderazgo y comunicación dentro y fuera del campo. Chapecoense fue una y mil veces con las mismas armas, mientras que el conjunto argentino aguantó con idénticas limitaciones. Barovero. El travesaño. La suerte de milímetros. Errores de lectura, de concepto, de contagio. El millonario fue superado hasta el último minuto del encuentro y terminó pidiendo la hora.

El arquero se fue sin saludar. El resto del equipo, sin festejar. La Banda está en semifinales, otra vez. Pero para River, parece no alcanza.