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Gallardo vs Huracan

El técnico de River sorprendió con un dibujo inédito, pero mucho más por los intérpretes, de bajísimo presente. Lo mejor del equipo de Marcelo Gallardo se vio en el complemento. ¿En qué estabas pensando, Marcelo?

La gratitud y el agradecimiento eterno a Marcelo Gallardo por todo lo que construyó en este año y medio como entrenador de River no puede ni debe empañar la crítica, cuando es justa y necesaria. Y lo de anoche en Parque Patricios amerita, cuanto menos, una revisión y una serie de respetuosos cuestionamientos.

Si el torneo local fue un banco de pruebas, como bien explicó el técnico de River en repetidas declaraciones, anoche en el estadio Tomás Adolfo Ducó no se vio la mano del ensayo, de la repentización, del conocimiento de algunas nociones mínimas para apostar a un dibujo inédito  e insólito, por los nombres propios que jamás interpretaron la idea.

Empezando por Milton Casco, el peor jugador de River en todo el semestre. Sacando algunos arranques y desbordes contra Liga de Quito en el Monumental, no funcionó nunca como lateral por la izquierda. Endeble en la marca, sin capacidad de anticipo, lento en el retroceso, incapaz en el juego aéreo. Cuesta encontrarle virtudes en esta corta estadía. Anoche, apareció como carrilero por derecha. Un especie de 4-8, que nunca supo dónde ubicarse  en el campo de juego. Sólo jugó 45 minutos y fue demasiado.

El problema no fue Milton Casco en sí, más allá de su flojo presente. El problema es que River sacrificó a Gabriel Mercado, de gran partido en la Selección, jugando de stoper por la derecha. Y perdió a Carlos Sánchez en el medio, donde no encontró jamás la manija ni el balón, al menos en esa primera etapa. Gallardo rompió el tándem Mercado-Sánchez, que fue posiblemente lo mejor que tuvo su equipo en esta última parte del año.

Por izquierda, sucedió algo parecido, aunque con menos impacto. Porque por ese costado quedó rengo tras la partida de Rojas y la eterna lesión de Vangioni. Si le sumamos la venta de Ramiro Funes Mori, encontramos la explicación de por qué la mayoría de los goles que recibió River en este semestre fue por errores o espacios en ese andarivel.  Con Eder Álvarez Balanta en el peor momento de su carrera y Vangioni entre algodones, el millonario le entregó a Cristian Espinoza todas las facilidades que un equipo debe evitar si no quiere sufrir su habilidad y su gran velocidad.

Las flojas actuaciones de Barovero, Maidana, Kranevitter y Ponzio, pilares de este equipo, explican el resto. Quizá, de alguna manera, la estructura terminó exponiendo las flaquezas de todo el conjunto, y las individualidades sucumbieron ante tanto desbarajuste y transformaciones sistémicas.

Por eso, después de ver una y otra vez el partido de anoche, del análisis se desprende una pregunta inevitable: ¿ En qué estabas pensando, Muñeco?