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River Libertadores Japon

Ya está. Ya pasó. Cuesta digerirla pero no hay tiempo de quedarse pensando en la eliminación contra Huracán. La cabeza ya está enfocada plenamente en el torneo más importante del mundo a nivel clubes. El que se jugará en Japón. Al que River llegó por haber ganado la ansiada y deseada Copa Libertadores, en este estupendo ciclo de Marcelo Gallardo como conductor del equipo.

Está claro que no habrá reproches a un técnico y a un plantel que le hizo vivir al hincha momentos únicos, de los que se acordarán toda su vida. Jamás habrá reproches. Aunque eso no quita que pueda haber una crítica. Por una mezcla de cansancio, estrés, cuestiones físicas, lesiones, estados emocionales, el equipo bajó su nivel desde que volvió de Osaka, tras conseguir la Suruga Bank. A los que se fueron (sobre todo a Ramiro Funes Mori y a Ariel Rojas), costó reemplazarlos. La mayoría de los refuerzos no rindió. Y ante Huracán, en un partido crucial, llamó la atención el planteo que dispuso el «Muñeco». Cinco defensores y dos mediocampistas centrales, con la serie 1-0 abajo. ¿Por qué? ¿Con qué intención? Para colmo, Marcelo Barovero, el que será recordado eternamente por el penal que le atajó a Emmanuel Gigliotti (Parapam) en la Semi -ra y no se toca- de la Sudamericana 2014, se equivocó en los dos goles «Quemeros». Y también falló Jonatan Maidana, que venía siendo una garantía. Y el equipo penó por el Ducó. Algún día iba a pasar. Y alguna vez a River le iba a tocar quedar afuera de una competencia internacional. Eso sí, lo que nunca le faltará a este equipo es carácter y épica. Remontó un 0-2 cuando parecía que se comía una goleada. Pero no alcanzó. Una lástima. Porque da la sensación de que si jugaba más de la media hora que sólo jugó en toda la serie, probablemente, hubiera llegado a otra final. En otro momento, quizá, sería una eliminación «sacatécnico». Pero hoy no. Casi que pasa desapercibida.

Lo que sí quedó fue el récord internacional que este plantel dejó en la institución, en el fútbol argentino y en Sudamérica. Fueron doce mano a mano consecutivos los que ganó el equipo de Gallardo más una final a partido único. Así obtuvo cuatro títulos seguidos en ocho meses: Sudamericana, Recopa, Libertadores y Suruga. Una marca absoluta. Historia pura. Para olvidar rápido las «desgracias» continentales de las últimas dos décadas. Para decirle chau al karma. Este River es copero de verdad.

Lo único positivo (si se le puede dar ese calificativo) es que el plantel tiene más aire y margen para llegar a Japón. Tendrá una semana para aclimatarse antes de jugar la semifinal con rival a definir (Sanfrecce Hiroshima, Gamba Osaka, Auckland City o Mazembe), el 16 de diciembre, en Osaka, ya que arribarían a tierras niponas el martes 8.

Habrá que ver qué piensa hacer Gallardo para ese encuentro, en el que River tiene la obligación y, seguramente, correrá con el traje de protagonista. Primero hay que concentrarse en ese encuentro, por más que todo el mundo hable del Barcelona y de la final soñada. Basta con recordar lo que San Lorenzo tuvo que sudar el año pasado en Marruecos con el Auckland City, a quien recién pudo ganarle en tiempo suplementario. Hay que dejar de ratonearse con el Barcelona para, primero, asegurarse el pase a la final. Y si todo se da como se desea, ¿quién te quita la ilusión? Dirán que quién escribió estas líneas se encuentra loco. Puede ser que lo esté. Pero, para hacer historia, tenés que ser un poco demencial, un tanto obstinado y estar convencido. Así es Napoleón.