Con tantos de Sebastián Driussi, Gonzalo Martínez y Carlos Auzqui, el equipo de Marcelo Gallardo superó con amplitud a Gimnasia en el Bosque y se mantiene a tiro de la punta.
Había ganar o ganar. No queda otra. Era una final para el millonario. Y lo dejó bien claro desde el vamos. El equipo de Marcelo Gallardo atropelló a Gimnasia desde el minuto cero y comenzó a ganarlo casi desde el vestuario.
A los cuatro minutos, el Más Grande construyó una asociación que parece indestructible. Nacho Fernández tocó para Seba Driussi, éste busco a Lucas Alario, el Pipa habilitó otra vez a Driussi y el goleador del torneo argentino definió con un puntinazo, a lo Romario, para vencer la resistencia de Arias.
En los primeros veinte minutos de juego, River sacó a relucir todas sus virtudes. Maniató a Gimnasia contra su arco. Lo asfixió. No lo dejó respirar. Y desde esa presión alta y la vorazcidad de sus atacantes, hizo méritos para estirar la ventaja.
Sin embargo, el segundo gol llegó recién al inicio del complemento. Aunque esta vez, llegó a través de una fórmula bien distinta. Bochazo largo de Augusto Batalla desde el arco buscando el espacio y la velocidad de Gonzalo Martínez. El Pity dejó en ridículo a Lucas Litch, encaró al arco, enganchó y se perfiló para su zurda mágica. Latigazo y a cobrar. 2 a 0 más que merecido para el equipo de Napoleón.
Si algo le faltaba a Gimnsia de La Plata para terminar de padecer el partido fue el ingreso de Carlos Auzqui. El ex- Estudiantes jugó un partido aparte. Calentó el ambiente afuera y adentro. Y encima, definió el partido con una definición típica de centrodelantero, mano a mano con Arias ingresando por el punto penal.
River sacó a pasear a Gimnasia por el Bosque. Lo superó en todos los aspectos del juego y demostró, por si hacía falta, que es el equipo del fútbol argentino con mejor presente y un serio candidato en la pelea por el título.
