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FERNANDO CAVENAGHI TUVO SU DESPEDIDA MONUMENTAL (IMAGEN: Getty)

Fernando Cavenaghi tuvo su despedida con un Monumental repleto y una fiesta bien riverplatense, con la presencia de viejas glorias e ídolos de la institución.

«No es una despedida, es un homenaje, porque de este club no pienso irme jamás». Con esa frase, Fernando Cavenaghi le puso el moño a una jornada inolvidable y emotiva, de principio a fin. En un estadio Monumental repleto desde muy temprano, el Torito vivió una verdadera fiesta. 100% riverplatense, como había prometido en la previa.

Los festejos comenzaron desde bien temprano, con números musicales y la aparición de la murga de la Subcomisión del Hincha. El plato fuerte llegó pasadas las 19 horas, con la aparición de más de sesenta protagonistas, entre futbolistas, entrenadores, personalidades de la cultura y el propio Cavegol.

A la hora del aplausómetro, detrás del agasajado Fernando Ezequiel estuvieron Marcelo Gallardo y Ramón Ángel Díaz. El Muñeco se puso los cortos y se dio el gusto de jugar para el equipo que lució la camiseta tradicional de River, mientras que el Pelado fue, junto a su hijo Emiliano, el entrenador del equipo rojo. Un poco más atrás en el ranking estuvieron Gabriel Mercado, Leonel Vangioni y Leonardo Pisculichi. También hubo un gran reconocimiento para dos líderes del plantel actual: Leonardo Ponzio y Jonatan Maidana.

El partido fue simplemente un anecdótico. Una excusa hermosa para deleitarse con glorias de la historia riverplatense. Y para disfrutar de los goles del Torito, claro está. Dos en cada tiempo. Dos con cada camiseta. Pero también hubo tiempo para ver al Muñeco y su magia intacta en acción, con un gol de vaselina que se vitoreó como un tanto por los puntos.

A los 40 del segundo tiempo, se apagaron las luces, se encendieron las cámaras de los celulares e ingresaron los familiares del goleador para vivir los últimos minutos de su homenaje junto a sus seres queridos. Nada de despedidas, como dijo el propio Cavenaghi ante los micrófonos. Los fuegos artificiales y una vuelta en el micro le dieron un cierre a la velada. Un homenaje a otro hijo pródigo, de la casa. Un hasta luego y una nueva demostración de amor eterno. ¡GRACIAS CAVEGOL!