En el estadio Padre Martearena de Salta no hubo triple G: River ganó y goleó al humilde Atlas, pero no gustó y estuvo lejos del funcionamiento esperado. Gonzalo Martínez (en dos oportunidades) e Ignacio Fernández fueron los autores del 3 a 0 para la clasificación a los 16vos de final de la Copa Argentina.
A River le faltó brillo. No tuve el lustre esperado. Estuvo bastante lejos del funcionamiento esperado. Sobre todo por el rival que tuvo enfrente. El humilde Atlas que milita en la Primera D. Pero además, porque Marcelo Gallardo decidió repetir el mismo equipo que venía de lograr la clasificación en la Libertadores, en busca de sumar ritmo, rodaje y aceitar engranajes.
A River le alcanzó con su jerarquía. Le sobró, mejor dicho. Sobre todo a partir de los arrestos individuales de Gonzalo Martínez, que tuvo un primer tiempo eléctrico y desequilibrante, coronado con un gol para el deleite. También tuvo un buen primer tiempo Lucas Alario y algunas apariciones de Ignacio Fernández en su nuevo rol, mucho más suelto y adelantado en el campo.
A River le costó hacer pie en el fondo. Otra vez, si. Repitió errores y desajustes, sobre todo a las espaldas de Milton Casco, donde Javier Pinola volvió a pasarla muy mal y perdió más de lo que ganó ante un equipo que -con el mayor de los respetos- no tenía demasiados argumentos para complicar al millonario. Lo hizo en ese arranque del complemento, con dos situaciones muy claras. Germán Lux, otra vez dubitativo bajo los tres palos, transmitió inseguridad en cada pelota parada.
A River le está costando el comienzo de un semestre. No es para encender alarmas. Es lógico y hasta esperable, si se quiere. Pero la exigencia está. La vara quedó bien alta y el equipo del Muñeco todavía está muy lejos de alcanzarla. Esto recién empieza y mientras los triunfos acompañen, todo será más fácil.
