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EL CHIQUITAJE A FLOR DE PIEL.

El River-Racing de anoche en el Monumental comenzó a jugarse mucho tiempo antes. Fue una semana larga de declaraciones cruzadas, amenazas, operetas mediáticas y demasiadas palabras. Es cierto que el delay de la CONMEBOL a la hora de responder el reclamo que hizo Víctor Blanco colaboró a la hora de embarrar la cancha. El romance con una parte de la dirigencia boquense y el poder de A.F.A., también.

El arribo del micro que trasladó al plantel académico hacia el Monumental tuvo otro dato de color, cuanto menos llamativo. Una hojita tamaño A4 y una impresión blanco y negro, bastante berreta, mostraba un escritorio tachado y los escudos de River Plate e Independiente. Una provocación innecesaria, impropia de un club autodenominado «el primer grande».

Toda esa prepotencia que trató de transmitir la dirigencia racinguista desde que supo que Bruno Zuculini no debió jugar el encuentro de ida y la falta de lucidez para iniciar el reclamo en tiempo y forma no se trasladó al verde césped. donde el equipo del Chacho debió hablar y no estuvo ni cerca de hacerlo.

A River le alcanzaron 45 minutos para superar a su rival y pasarlo literalmente por arriba. Hubo una diferencia de actitud abismal, más allá del juego y de los aspectos tácticos. El Muñeco volvió a ganarle la pulseada a Coudet, de principio a fin. ¿Racing? No tuvo siquiera respuestas anímicas ni rebeldía ante la adversidad. Pareció quedarse en la chicana de la previa, en el barro, en la pequeñez. Boquearon tanto y jugaron tan poco que terminaron pareciéndose a sus primos-hermanos de Brandsen 805. El gesto de Centu al irse expulsado lo dice todo. ¿Más chico no tenés?