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LA SEGURIDAD NO ESTUVO A LA ALTURA DE LA GRAN FINAL

El operativo de seguridad para la final superclásica fue un verdadero fracaso. Represión para algunos, zonas liberadas para otros y descontrol absoluto durante el arribo del micro que trasladaba al plantel de Boca. Varios futbolistas terminaron heridos y el partido nunca empezó.

Las fuerzas de seguridad volvieron a ser protagonistas de un verdadero bochorno. Otra vez el operativo policial, reforzado con Prefectura y personal de seguridad privada, hizo agua por todos lados, tanto en el ingreso como en la salida de los hinchas.

Desde muy temprano, miles de hinchas se acercaron a las inmediaciones del estadio Monumental con la sana intención de ingresar rapidamente a lad tribunas y evitar los típicos desmanes que se generan por la aglomeración del público, sobre todo cuando se aproxima el inicio del partido.

Sin embargo, algo falló desde el vamos. A diferencia de otros encuentros, la Prefectura formó una especie de embudo con escudos que sólo sirvió para demorar el ingreso. De hecho, el filtro para determinar la autenticidad de las entradas estaba mucho más adelante. ¿Para qué tanto personal en una tarea que no contribuía en nada?

Con el correr de las horas, la Avenida del Libertador se transformó en un infierno de gente, al punto que los autos que circulaban por ahí prácticamente no podían avanzar. Ante este panorama, las escasas motos que escoltaban al micro que trasladaba a Boca no tuvieron mejor idea que encarar la muchedumbre. Y allí se desató lo peor.

Un grupo de imbéciles comenzaron a revolear botellas, piedras, baldosas y todo lo que tuvieran a mano. Varias ventanas se transformaron en astillas. Algunas esquirlas lastimaron a los protagonistas. El más afectado fue Pablo Pérez, que padeció una úlcera en la córnea.

Lo que vino después fue la parte lamentable del show. CONMEBOL presionando para jugar si o si, la visita negándose a hacerlo, Infantino imponiendo su poder, jugadores y cuerpo técnico de River solidarizándose con sus colegas.

Mientras tanto, en los alrededores, seguían los incidentes entre los hinchas que querían ingresar sin entradas y los agentes del «orden». Muchos autos fueron destrozados y robados. Por momentos, hasta parecía una zona liberada.

La CONMEBOL postergó el partido hasta las 18 horas. Más tarde para las 19.15 hs. Hasta que la voz del estadio anunció que el encuentro estaba suspendido. Se desató un abucheo general y el «Mauricio Macri la puta que te parió» que bajó desde los cuatro costados como grito de guerra.

En la desconcentración, la policía volvió a hacer de las suyas. Empezó a repartir palazos, balas de goma y a reprimir a mansalva. Muchas familias tuvieron que huir por el anillo interno. El propio Rodolfo D’Onofrio casi cae atropellado por los pibes de la pensión del club, que iban a oficiar de alcanza pelotas.

El operativo fue lamentable. Desde la seguridad hicieron todo lo posible para que el espectáculo fuera dantesco. ¿Algún funcionario tendrá la valentía para hacerse cargo de semejante fracaso? Al menos por ahora, ninguno dio la cara.