River cayó por la mínima diferencia en la semifinal de vuelta pero le alcanzó para quedarse con la serie superclásica y acceder a una nueva final de la Copa Libertadores.
En la primera etapa, River sufrió el empuje del equipo local en el inicio y el cierre. Fundamentalmente por la vía aérea, casi el único argumento que mostró el equipo de Gustavo Alfaro para lastimar al campeón de América. Al millonario le ganaron casi siempre por arriba y de no ser por la mano de Emmanuel Más -bien sancionada- en el gol anulado y una salvada providencial de Franco Armani, se hubiese ido al descanso con una desventaja incómoda.
En el complemento, el Más Grande consiguió «planchar» el partido. Boca siguió apostando al centro, al bochazo largo, a la segunda pelota, sin juego asociado ni lucidez para acumular demasiados pases. River, de contra, tuvo su chance en los pies de Lucas Pratto, que recién había ingresado. El Oso tenía remate pero decidió sacar un centro para Nacho Scocco. No fue ni una cosa ni otra.
De tanto tirarla al área, el xeneize tuvo su recompensa a los 34 minutos. Alexis Mac Allister lanzó desde una pelota parada un centro al segundo palo, Lisandro López la bajó de cabeza contra el otro poste y Jan Hurtado empujó sobre la línea del arco, con Armani ya abatido.
El 1-0 a diez del final le puso incertidumbre al desenlace del clásico. Boca se encontró, como durante buena parte del partido, con una seguidilla de faltas al borde del área difíciles de explicar. Antes del pitazo final, Emmanuel Más y Lisandro López pudieron convertir el segundo. El lateral cabeceó desviado, el central obligó una estirada de Franco Armani,
No hubo tiempo para más. River sufrió, padeció, jugó un partido incómodo y aguantó la diferencia que le permitió quedarse con la serie y meterse en una nueva final de la Copa Libertadores. La segunda de manera consecutiva. La tercera de este ciclo Gallardo. ¡Ahora vamos por más!
