El plantel y cuerpo técnico de River tuvieron un comportamiento ejemplar. Se fueron ovacionados por el público de River y recibieron un aplauso respetuoso de sus adversarios e hinchas del Flamengo.
A River se le escapó un partido inexplicable. Al millonario se le escurrió una final insólita en los minutos finales. Y más allá de toda la bronca, el dolor y la desazón por quedar ahí nomás de conseguir el bicampeonato, los dirigidos por Marcelo Gallardo mostraron hidalguía, aún en la derrota.
Ni el incidente del final y la expulsión de Exequiel Palacios empañaron la imagen que dejó el equipo argentino en esta definición única e inaudita para esta parte del continente. A pesar del resultado y las pulsaciones a mil, los futbolistas de River masticaron la rabia, se consolaron unos a otros y felicitaron al rival.
A la hora de la entrega de premios, los futbolistas de La Banda mostraron una actitud pocas veces vista para un subcampeón: recibieron la medalla de plata y las dejaron en su cuello. ¿Para qué sacárselas? Si es el reconocimiento por haber llegado a una final. La tercera en los últimos cuatro años de Copa Libertadores. No es poca cosa.
Los dirigidos por Marcelo Gallardo se la bancaron. Hicieron el «puente» a los campeones que establece el protocolo de la CONMEBOL. Los aplaudieron y felicitaron. Minutos más tarde, fueron a agradecer a los más de 20 mil hinchas que dijeron presente en el Monumental de Lima. El reconocimiento fue mutuo. También de los hinchas de Flamengo, que entendieron que le ganaron a un gran equipo como River, otro gigante del continente.
Habrá revancha. Claro que sí.