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River volvió natural algo que a la mayoría de los mortales les cuesta una barbaridad: terminar cada año con una copa en alto. O varias. Sin importar el calibre. Después de todo, luego de ganar la final en Madrid ante el rival de toda la vida, no hay punto de comparación. Nada podrá superarlo jamás.

El 2019 pudo culminar con un sabor amargo por esa Copa Libertadores que se escurrió de las manos a muy poco de la campana final. Pudo golpear psicológicamente a un plantel acostumbrado más a las mieles del éxito. No es fácil sentirse invencible y terminar besando la lona. Pero este equipo dio sobradas muestras de carácter. Sabe ponerse de pie. Tiene, por sobre todas las cosas, una fortaleza mental que lo hace casi indestructible.

En el 2014 fue la Copa Sudamericana; en el 2015 la Recopa, la Libertadores y la Suruga Bank; en 2016 nuevamente la Recopa y la Copa Argentina; en 2017 el bicampeonato en la Copa Argentina; en el 2018 las inolvidables Supercopa Argentina y Libertadores ante Boca; en este 2019, otra Recopa y otra Copa Argentina.¡ONCE TÍTULOS EN CINCO AÑOS Y MEDIO!

La buena noticia para el Mundo River es que Napoleón y su tropa no se conforman con lo ya conseguido y van por más. Viene otra final, la Supercopa Argentina, ante Racing. Y se metió en fase de grupos de la Copa Libertadores 2020. Y está a un partido de alcanzar la punta de la Superliga. Siguen los desafíos. Con el Muñeco en el banco. Y una vieja tradición: ¡salir primero, salir campeón!