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Pareció una victoria más con un hombre menos, pero no fue sólo eso. River sigue dando muestras de la revolución futbolera que causó este último lustro.

En un equipo que no para de reinventarse, que no deja de correr, que sigue con la misma intensidad sean 10, 11, 4 defensores, 3 o 5. La clave está en el corazón y las ganas por seguir cosechando cosas, esa ambición de querer más y más, porque este equipo ha dado y ha logrado superarse día a día, en cada situación desfavorable que ha vivido.

Los momentos adversos, son a mi parecer los que mejores le quedan y en donde sale lo mejor del grupo. Ejemplos hay a montones: Wilsterman, Cruzeiro, Gremio, la final de Madrid. Y no sólo en partidos sino en momentos extra futbolísticos como lo ocurrido con De la Cruz en Paraguay, la lesión de Juanfer o el retiro de Mora, por dar ciertos hechos y enumerarlos.¿

¿Pero dónde encuentra River las fuerzas como para levantarse luego de cada golpe? A veces la respuesta parece tan fácil…En el encuentro del domingo hubo una situación particular que ejemplifica de gran manera cómo el Más Grande se mentalizó para revertir una situación que no era para nada favorable. Una vez que el juego se detuvo y los equipos pararon para refrescarse, el millonario tenía un jugador menos por la expulsión temprana del chileno Paulo Díaz. El entrenador juntó a sus dirigidos y les exigió que debían correr el doble. Lejos de buscar una modificación táctica con cambio de nombres, cosa que haría cualquier entrenador terrenal, este doblegó el esfuerzo y fue cuando se vio un mejor funcionamiento. El equipo del Muñeco se reinventó nuevamente como tantas veces, pero no desde lo táctico sino de lo mental y emocional.

Esas palabras que parecían sencillas y de manual, fueron aplicadas durante los 70 minutos restantes, y ese hombre de menos quedó simplemente en lo anecdótico. River controló el partido y doblegó a su rival, y hasta por momentos pareció multiplicarse, por eso a veces sólo o nos quedamos con lo que vemos en el campo y no con lo que nos hace sentir el equipo.

Si somos hasta dichosos de vivir en la misma era de un equipo que sigue escribiendo su historia, que no conoce de techos y sigue dando que hablar cada día que pasa. Este River de corazón fuerte y alma noble no deja transmitir ese orgullo de verlo cada domingo, trasciende lo sentimental y emocional, lo futbolístico y el análisis. Este equipo te eriza la piel, a tal punto de preguntarte si es real.