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ILUSTRACIÓN: Revista Un Caño

El fútbol argentino adoptó el camino incorrecto. Desoyó las recomendaciones de los expertos. Ninguneó el pedido de los cuerpos médicos. No le interesó el planteo que hicieron los capitanes el viernes por la tarde, antes del inicio de la Copa de la Superliga. El negocio, el ente organizador del torneo, la televisión y sus comunicadores, todos salieron en un coro patético a repetir que «no pasa nada» y «que el fútbol no tiene que parar». Hasta Futbolistas Argentinos Agremiados, que hoy parece representar otros intereses y se olvidó de los futbolistas. En definitiva, el show siempre debe continuar para los que forman parte del circo.

River adoptó otro camino. Una decisión institucional, que cuenta con el consenso de todas las patas. Desde el capitán Leo Ponzio y todo el grupo de futbolistas profesionales, cuerpo técnico y directivos. De ahí apara abajo, todo el club está alineado bajo la misma idea: preservar la salud de todos los que forman parte del día a día de la entidad.

Solemos decir que River es un país dentro de otro. Y razones no faltan. Día a día transitan miles de socios, deportistas, estudiantes, empleados y profesionales por los pasillos del club. Cuenta con casi 200 deportes federados, un área educativa con miles de estudiantes en todos sus niveles, desde el jardín de infantes hasta el terciario, la Casa River donde habitan cientos de juveniles e infantiles formándose como futbolistas pero también como personas. No es moco de pavo. Un solo caso de contagio obligaría a parar todo, pero no pasa por ahí el problema. Poner en riesgo la salud de cualquiera de todos estos actores que le dan vida a la institución, sin importar si son profesionales o amateurs, sería una crueldad. ¿Por qué? Porque es una situación evitable. Porque la prevención es la mejor medicina. Porque River no puede darse el lujo de exponer a los suyos ni a sus eventuales rivales.

¿Que los deportistas no son un grupo de riesgo? Es una falacia atroz. El Coronavirus puede afectar la capacidad pulmonar. En un deportista de alto rendimiento, es condenarlo al abandono de la actividad, en el mejor de los escenarios. Además de atentar contra su calidad de vida, claro está. Todos ellos, además, están en contacto diario con familiares adultos mayores, que sí son las personas más vulnerables. El error más grave es analizar la situación desde el ombligo propio. Todos, en mayor o menor medida, estamos afectados.

La realidad es que a River lo dejaron solo. “Nos mandaron a la cancha por intereses que no tienen que ver con nosotros”, señaló Nicolás Bertolo después del partido de anoche. «A River lo banco a morir en esta», apuntó Diego Maradona. “La decisión la tomaron los poderosos”, reveló Bruno Urribarri. Algunos futbolistas manifestaron en entrevistas o redes sociales que estaban en desacuerdo con jugar la fecha, pero no tuvieron el respaldo institucional. No tuvieron la fuerza para plantarse. O no tuvieron valentía. Otros, como Carlos Tévez y el resto del plantel de Boca, se mostraron en desacuerdo y se pusieron del lado del poder. Ese contrapeso, que River y Boca vayan por veredas separadas, tal vez sea el principal motivo por el cual todo sigue como si nada.

Que no te confundan. No se trata de política ni un conflicto AFA-River. Es un club que escuchó las voces de los expertos en la materia y actuó en consecuencia. Que cuenta con un departamento médico de lujo y con dirigentes que antepusieron el sentido común y la salud de los propios por encima de los resultados deportivos. Por todo esto, hoy más que nunca nos sentimos orgullosos de ser hinchas de River, de estar del lado River de la vida. ¡Viva River!