Isotipo_Figuras3

(INCLUYE VIDEO) En diálogo con LA MÁQUINA RADIO, Guillermo Pereyra recordó cómo fue su llegada a River y cómo vivió sus años en la pensión del club. Además habló de la competitividad que había en todas las divisiones, desde Primera hasta juveniles, y destacó la visión que tenía Ramón Díaz a la hora de jugársela por los pibes del club. 

El ciclo de charlas en vivo de LA MÁQUINA RADIO a través de Instagram Live permitió conocer las historias de muchos protagonistas del fútbol River que pasaron por una misma situación: dejar atrás su pueblo o su ciudad natal, sus afectos, armar el bolso y llegar a un club inmenso, por historia e infraestructura. Es el caso de Guillermo Pereyra, que arribó al Millonario con edad de Séptima y formó parte de una camada de juveniles que triunfó años más tarde en Primera División.

En diálogo con LMR, el ex-mediocampista reveló cómo llegó el ofrecimiento para jugar en el Más Grande: «De Río Cuarto pasé a jugar en la Selección Sub-17 de José Pekerman. Quedé porque me vio Hugo Tocalli en una prueba que hizo en Córdoba. Jugué de central, yo no quería, pero parece que les gustó y quedé. De ahí vine a Buenos Aires a entrenar con la selección toda esa semana. Cuando vuelvo, ahí me proponen ir a River, Boca o Lanús. Yo no lo dudé y dije River», indicó.

Por su parte, recordó cómo fueron esos primeros años en la Casa River: «Viví en la pensión durante tres años. Cuando digo que el Monumental era el patio de nuestra casa no estoy exagerando, era la realidad. La pensión está atrás de la pileta, Cuando estábamos comiendo, durmiendo o bañándonos estábamos ahí, pero después el resto del día la pasábamos en las instalaciones del club, en las canchas de tenis o de handball. Los lunes, como el club está cerrado, toda esa inmensidad era nuestra», reconoció.

«Los días de pensión estaban buenísimos porque yo vivía un sueño, todos los días me levantaba con una energía tremenda y con ganas de comerme el mundo. Estaba en River y me sentía un privilegiado. Había que sostenerlo todos los días porque el noventa por ciento de los chicos quieren estar ahí. No es fácil, había una competitividad enorme en mi categoría y en todas. No podías regalar nada», agregó.

En cuanto a la exigencia, resaltó la calidad de futbolistas que tenía por aquel entonces el semillero millonario: «Era una competición sana pero muy difícil. Cuando yo llegué estaba en Séptima, empecé a conocer los jugadores de todas las categorías y había unos fenómenos tremendos. Mirabas la Reserva y había jugadores de la puta madre, mirabas la Primera y ni hablar. Por un lado eso te apichonaba un poquito, decías ‘¿cómo voy a hacer para estar ahí?’, pero por otro lado decías ‘tengo que matarme para estar ahí’. Es una especie de contradicción interna que te obliga a esforzarte muchísimo todos los días, no podías aflojar», admitió.

Más allá de disfrutar el día a día, no todo era color de rosa para estos juveniles que se fueron de su casa y vivían a varios cientos de kilómetros de sus familias desde tan pequeños: «Muchas veces necesitamos ese consejo o charla con tu papá o tu mamá para tomar una decisión. Eso nos hizo madurar muchísimo, nos hizo ser adultos jóvenes. El estar jóvenes a los quince o dieciséis y tomar decisiones todo el tiempo te hacer ser más adulto que los chicos de nuestra edad que hacían otras cosas. Ahí empezás a forjar tu personalidad, a ponerte una coraza y darle para adelante», subrayó.

A la hora de hacer un balance de sus primeros años en la institución, el cordobés afirmó: «Desde el primer momento que llegué a River tuve la suerte ser titular y en paralelo jugar en la Selección, tanto la Sub-17 como la Sub-20. Eso me hizo estar a full y no atravesar muchos baches. Fui dando los pasos correctos. Llegué en Séptima, en Sexta nos tocó armar un muy buen grupo, salir campeones y disfrutar mi primer título en el club. En Quinta ya jugué poco porque después subí en Reserva, y en Reserva jugué poco porque estaba en el plantel de Primera. Debuté a los 18 años en River y no es fácil», aseguró.

Para finalizar, destacó el ojo clínico de Ramón Díaz, el entrenador que le dio la chance de debutar en el club de sus amores: «Si nos podemos a repasar los nombres que había…¡guau! No fue sólo mérito mío, fue también de Ramón que supo ver, jugársela y darme esa oportunidad para demostrar que estaba capacitado. A veces esas oportunidad no llegan, y cuando llegan tenés que estar preparado porque en un club como River no hay tiempo», concluyó.

Nota: Rodry Rosetti.