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(INCLUYE VIDEO) En diálogo con LA MÁQUINA RADIO, Guillermo Pereyra recordó cómo fue su primera convocatoria en el plantel profesional y su primer concentración junto al Mono Burgos. Además, afirmó que su espejo era Leo Astrada, explicó por qué decidió emigrar a Europa y reveló que quiso regresar al club para culminar su carrera: «Las personas que tomaban decisiones en esa época no me permitieron volver a casa», afirmó. 

Hay momentos en la carrera de un futbolista que quedan marcados a fuego para toda la vida. Uno de ellos es el debut. En el caso de Guillermo Pereyra, fue más especial todavía. Es que al ex-mediocampista del Más Grande le tocó convivir en su primera convocatoria con un personaje muy particular: Germán Burgos. ¿Le tocó pagar un ‘derecho de piso’?

«La primera concentración con el plantel profesional me mandaron con el Mono Burgos. Tenía dieciocho años. Estoy seguro que me lo hicieron a propósito, era una especie de bautismo. Yo no abría la boca, entro a la habitación y veía a ese gorila gigante, con los pelos largos, escribiendo canciones, la tele a full y todas las luces prendidas. Eran las diez y media, al otro día jugábamos y yo me quería dormir porque tenía un cagazo bárbaro y este loco estuvo así toda la noche, hasta las cuatro de la mañana. Yo no le decía nada, ¿qué le voy a decir a Burgos», señaló en diálogo con LA MÁQUINA RADIO.

¿Cómo vivió el salto desde el fútbol juvenil a un equipo plagado de figuras? «Me recibieron muy bien. En el plantel de ese momento estaban Burgos, Astrada, Hernán (Díaz), Berizzo, Berti, el Pichi (Escudero). Eran unos fenómenos, había referentes muy fuertes, muy sanos, que a veces con una palabra, una puteada o una mirada te enseñaban. Fuimos unos privilegiados todos los jóvenes que pudimos crecer con ellos, aprender de ellos y que nos transmitan lo que después nosotros les transmitimos a los más chicos, el ADN River», destacó

Por su parte, remarcó qué fue lo que más disfrutó de aquellos años en River: «El hecho de estar parado en el medio del Monumental, mirar a los costados y tener amigos, es muy loco. No me pasó nunca más, y eso que tuve excelentes compañeros. Eso que me pasó en River, el jugar en una cancha llena, pelear por cosas importante, con amigos, no tiene precio. Imaginate si el que hace el gol o está haciendo un partidazo es tu amigo. Siempre lo habló con Andrés D’Alessandro, que tenemos una relación espectacular. Siempre fue un calentón, yo lo conocía y sabía cómo pincharlo o subirlo para sacarle el carácter que tiene. Eso estaba buenísimo. ¿Sabés lo que era para mi recuperar una pelota, verlo a Ariel (Ortega) y darle la pelota?», explicó.

Además se refirió a Leonardo Astrada, su gran espejo: «Leo por ahí no se daba cuenta, pero yo lo miraba todo el tiempo y lo intentaba copiar. Para jugar en River había que hacer lo que hacía Leo. Por ahí mi ídolo futbolístico era otro, con otras características, era más vistoso, estaba en el Real Madrid y era Fernando Redondo. Pero yo no estaba en el Real Madrid y tenía que mirar a Leo y aprender de él. Siempre fue un referente para mí por lo que hacía dentro y fuera de la cancha. Fuimos unos privilegiados de haber crecido con esta clase de líderes y jugadores», aseguró.

¿Por qué decidió emigrar a Europa? «Yo miraba para abajo y tenía a Mascherano. Capaz que en ese momento decía ‘me quedo en River’, pero Mascherano me pasaba por arriba y yo no jugaba más. Por eso hay que tomar decisiones, a veces son correctas y otras te podés equivocar. Creo que en ese momento la decisión correcta era dar el salto a Europa y apareció el Mallorca, que se ajustaba en todo sentido a lo que necesitaba y quería. Iba a la liga española, en ese momento no tenía tan claro lo que era y ahora adoro a Mallorca. Agradezco al fútbol que me llevó a vivir en ese lugar, jugar en ese club y conocer gente buena, que me ayudó a sentirme a gusto y poder rendir. Me fui de mi casa, de River, sin saber qué me iba a encontrar del otro lado del charco. No tenía la dimensión de River, que es un monstruo, pero me encontré con un club ordenado y me sentí de nuevo en casa. Por eso las cosas me fueron bien y estuve casi cinco años», reconoció.

Luego de un ciclo exitoso en Mallorca y un breve paso por el Lokomotiv de Rusia y el Berner Sport Club de Suiza, el cordobés tomó la decisión de regresar a su casa: «Después de jugar en Rusia hice la mudanza, me vine para acá con toda la ilusión de volver y no se me dio. Entrenando acá, esperando la firma del contrato, me enteré que no iba a poder volver a River. Ahí surge la opción de ir a España. Yo quería volver a sentirme tranquilo, poder divertirme y jugar al fútbol. Murcia me abrió las puertas, me volví a sentir pleno y disfrutar de mi profesión», admitió.

¿Por qué motivo no pudo regresar a River? «Sentía mucha indignación e impotencia porque determinadas personas que tomaban decisiones en esa época no me permitieron volver a casa. Todos los que nos vamos pensamos en volver y me fui a Mallorca contento, pero con una nostalgia tremenda porque dejaba mi casa atrás. Son circunstancias del fútbol. Creo que es la única espina o cuenta pendiente que deja el fútbol, el hecho de poder retirarme en mi club hubiese sido el círculo perfecto para terminar mi carrera», indicó.

«No guardo rencor», agregó. «Son cosas que en el fútbol pasan. Los dirigentes actuales creo que están haciendo las cosas muy bien, con Marcelo a la cabeza. Si ven la posibilidad de algún ex River en forma y en condiciones de volver, no van a tener dudas en dejarlo regresar», concluyó.

Nota: Rodry Rosetti.