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(INCLUYE VIDEO) Guillermo Pereyra recordó cómo fueron sus primeros en el plantel profesional de River y destacó el buen ojo de Ramón Díaz, DT que lo hizo debutar. Además, habló de los entrenadores que lo marcaron y explicó qué condiciones tiene que tener un futbolista para llegar a destacarse con el Manto Sagrado.

El cierre de la década del ’90 estuvo marcada por las vueltas olímpicas habituales. El más ganador de la década fue también el Campeón del Siglo XX, pero no se conformó con eso. La enorme calidad de sus planteles se vio potenciada por los chicos que comenzaron a subir del semillero.

Guillermo Pereyra, uno de esos juveniles que surgieron en la época de oro del club de Núñez, recordó cómo fue llegar a la Primera y tener que rendir examen día a día: «En River tenés que aprovechar cada minutos que te den. Me costó casi tres años o cuatro para consolidarme como titular, cuando empecé a lucir la camiseta número cinco de River. Fue uno de los orgullos más grandes, no tiene precio. Me costó porque había una competencia enorme, jugadores increíbles en mi puesto. Cada minuto que me daban lo tenía que aprovechar al máximo. Si me daban cinco minutos eran a muerte, si me daban veinte también, si me daban noventa mejor», indicó el ex-volante de La Banda.

Consultado por Ramón Díaz, el cordobés destacó una de sus grandes virtudes como DT: «Cuando tenía a un jugador que estaba en condiciones de debutar no le erraba y cuando traía un refuerzo tampoco le erraba. Tenía un ojo clínico muy bueno y esa forma de pincharte y exigirte al máximo. Vos dabas todo por Ramón en la cancha, más allá que estabas en River. Yo sentía esa necesidad de rendirle y responderle. Eso está buenísimo de generar entre el entrenador y el jugador, que uno saque de dónde no tiene para darle todo al entrenador», reconoció.

A la hora de describirse como entrenador, contó que tomó las influencias de varios técnicos que tuvo a lo largo de su carrera: «Saqué cosas de Ramón, del Tolo, del Ingeniero Pellegrini, de Luis Aragonés, de Cúper, tuve un montón de entrenadores. Todos te dejan cosas buenas y malas. Es difícil que de un entrenador te enamoren todas las decisiones que toman. Es difícil dejar conformes a todos», admitió.

Para finalizar, enumeró las cualidades que debe tener un futbolista para triunfar con el Manto Sagrado: «Para jugar en Primera División y en un club como River no alcanza solamente con jugar bien, tenés que tener un montón de cualidades y ser bastante resiliente. Hay que saber sobreponerte a un montón de adversidades, a la competencia con tus pares, estás sometido todo el tiempo al gusto o la necesidad del entrenador. En el fútbol a veces no hay tiempo y tenés que rendir todos los días. Para eso tenés que tener una convicción muy grande, ser constante, equilibrado, no marearte cuando las cosas te van bien ni caerte cuando te van mal. Tenés que renovarte, intentar ser mejor cada día. Se necesitan muchas cosas. He visto un montón de jugadores jugar bien y después por una cosa y otra no pudieron hacer una carrera. Muchos queremos pero pocos podemos», concluyó.

Nota: Rodry Rosetti.