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Un día como hoy, hace 82 años, el Millonario inauguró oficialmente su nuevo estadio, conocido popularmente como el «Monumental». La locura visionaria de Antonio Vespucio Liberti. La historia de un gigante de cemento que no late, no tiembla ni pierde finales internacionales.

Corría el año 1934 y don Antonio Vespucio Liberti, presidente de River Plate en aquel entonces, tomó una de las decisiones más osadas de la historia del club más popular del fútbol argentino: solicitar un préstamo para adquirir un terreno en la zona norte de Buenos Aires. La idea sonaba descabellada. Hasta lo tildaron de loco. Pero había una explicación: el Millonario tenía que renovar la concesión de las tierras donde estaba ubicado el mítico estadio de Alvear y Tagle y la historia parecía juzgada. Había que mudarse y barajar de nuevo.

La idea de levantar un nuevo estadio en un terreno pantanoso ganado al Río de la Plata generó revuelo. Sobre todo por las habituales sudestadas, que ya habían azotado años atrás un viejo hipódromo. Eran tierras abandonadas y con poco valor, argumentaban sus compañeros de Comisión Directiva. Sin embargo, Liberti tuvo la visión necesaria para entender que la ciudad tarde o temprano se expandiría hacia el norte y que River, con el correr de los años, se convertiría en un polo social, cultural y deportivo más allá del fútbol, y eso atraería una masa societaria aún mucho más grande.

El tiempo le dio la razón a don Antonio, que logró convencer primero a los directivos y luego a las autoridades nacionales y municipales de la época. River obtuvo un préstamo del Banco Hipotecario Nacional para adquirir cinco hectáreas, mientras que la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires aportó la donación de otras 3,5 hectáreas.

A fines de 1935, una asamblea extraordinaria aprobó los planos del nuevo estadio que presentó el estudio de arquitectura encabezado por José Aslan y Héctor Ezcurra. El proyecto original consistía en levantar las cuatro tribunas que hoy conocemos pero, devaluación mediante, el préstamo apenas alcanzó para la construcción de una suerte de herradura que dejaba ver el Río de la Plata detrás de uno de sus arcos.

La obra comenzó el 27 de septiembre de 1936 con la construcción de la primer tribuna, más tarde conocida como «Platea San Martín». Luego fue el turno de la «Belgrano», ubicada en paralelo, y más tarde la «Colonia», hoy denominada Centenario. Todas alrededor de una extensa pista de atletismo, ideada para la organización de unos Juegos Olímpicos que nunca fueron. El nuevo estadio se inauguró oficialmente el 26 de mayo de 1938, un día después del aniversario de fundación del club. Ese día el millonario enfrentó en un encuentro amistoso a Peñarol de Uruguay y venció 3 a 1. Un día como hoy, hace 82 años.

Por el verde césped del Monumental pasaron notables futbolistas, equipos y entrenadores. El primer título llegó en 1941. Las multitudes superaron muchas veces los cien mil espectadores para disfrutar el espectáculo inigualable de La Máquina, los goles de Angelito Labruna en los superclásicos o las atajadas imposibles de Amadeo Carrizo. Cuenta la leyenda que la gente ya no comía por ver a Walter Gómez. Y así, podríamos enumerar a cientos de apellidos ilustres que pisaron la Casa Blanca.

Uno de ellos fue Enrique Omar Sívori, que el 27 de mayo de 1957 se despidió de River y llevó su talento al fútbol italiano. Sin embargo, dejó en las arcas unos diez millones de pesos argentinos. Una venta millonaria para la época, que permitió cerrar la herradura y construir el primer nivel de la tribuna que daba al Río de la Plata. Por entonces fue bautizada como «Almirante Brown». Más adelante, con el fallecimiento del Cabezón, adoptaría su apellido.

El Monumental terminó de adoptar su fisonomía actual con la designación de Argentina como sede del Mundial de 1978. En 1976 comenzaron las obras de remodelación, que incluían la terminación de la bandeja superior de la «Almirante Brown» y la instalación de un cartel lumínico, también conocido como autotrol. En 1977 River debió hacer las veces de local en el estadio de Huracán, donde dio la vuelta olímpica en el Torneo Metropolitano. No fueron todas rosas para el ‘Millo’: luego de la Copa del Mundo, debió asumir la totalidad de los gastos y estuvo al borde de la quiebra. No vio un solo peso del gobierno militar. Todo lo demás es mito.

El 29 de noviembre de 1986, un día después de cumplirse los diez años de la desaparición física de su mentor, el Monumental pasó a llamarse Antonio Vespucio Liberti. Fue pocos días después de la obtención de la primer Copa Libertadores de la historia de la institución. Con una particularidad: de ahí en adelante, River no perdió una sola final por torneos internacionales en su campo de juego. Es cierto que cayó en un partido por fase de grupos de la Copa Mercosur 1998 ante Cruzeiro que fue contemplado para dirimir una Recopa. Una decisión arbitraria de la Confederación Sudamericana de Fútbol a pocas horas de un encuentro, que estuvo lejos de ser una instancia de definición.

Pese a incorporar más butacas y ajustar su capacidad a los requerimientos de los organismos de seguridad, el estadio Monumental está habilitado para 66 mil espectadores y sigue siendo el más grande del país. Debajo de todo ese hormigón alberga sus oficinas administrativas, diferentes gimnasios para las actividades deportivas y un centro educativo que incluye jardín de infantes, escuela primera y secundaria, carrera terciaria y universidad.

Hoy ese gigante de cemento cumple 82 años. No late, no tiembla ni pierde finales.

¡Feliz cumple querido Monumental!