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D’ONOFRIO-TINELLI: AYER ALINEADOS, HOY ENFRENTADOS (IMAGEN: LPM)

El fútbol argentino volvió a la acción con todos sus condimentos. Los buenos y los malos. Pasó una pandemia y hubo un largo parate en el medio, pero nada parece haber cambiado. Los viejos vicios, las ventajas, la mal llamada viveza criolla y la rosca de siempre están ahí, en el centro de la escena, desplazando a los verdaderos protagonistas. Todo en nombre de un producto que reaparece descuidado más allá de lo discursivo. ¿Alguien quiere pensar en la pelota?

La nueva temporada de la novela futbolera tiene historias y actores que se repiten, más allá de hoy aparecer bajo un nuevo seudónimo. ¿Qué diferencia hay entre la vieja Superliga y la incipiente Liga Profesional? Ninguna. ¿Qué cambió desde que River se plantó y no presentó su equipo frente Atlético Tucumán por el riesgo de contagio y esta gestión para hacer de local en Ezeiza? Absolutamente nada. Variaron los detalles. En el fondo, la disputa es la misma.

En Núñez sospechan que le están cobrando aquel desplante ante los tucumanos. Marcelo Tinelli, que gobernaba la Superliga de manera testimonial a través de su socio Mariano Elizondo, sintió aquella decisión como una traición. De ahí en más, algo se rompió entre la dirigencia de River y el conductor televisivo. O todo, para ser más justos.

La postura de no jugar ante el Decano estuvo lejos de ser un gesto político. Fue una determinación tomada en conjunto por el plantel profesional y el cuerpo técnico comandado por Marcelo Gallardo luego de conocer los síntomas que presentó Thomas Gutiérrez, defensor de la Reserva. Como River es una gran ciudad a escala, donde transitan miles de empleados, deportistas, alumnos de los distintos estamentos educativos y socios que realizan múltiples disciplinas, la postura fue cerrar todas las instalaciones y evitar un mal mayor. La dirigencia simplemente acompañó y respaldó a sus jugadores.

Marcelo Hugo nunca lo entendió así, más allá que hubo una reunión con el mandamás de River para tratar de limar asperezas. El presidente del Ciclón se quedó con la sangre en el ojo. A tal punto que a la hora del armado de la vieja-nueva Liga Profesional de Fútbol dejó afuera de la mesa de conducción a Jorge Brito, ex-vice de la Superliga.

El día que se sorteó la Copa de la Liga comenzó a tejerse una nueva alianza entre los dos equipos más grandes del fútbol argentino. Mientras preparaban el comunicado en conjunto para condenar que no fueron consultados sobre la ruptura del contrato televisivo con la cadena Fox Sports, las dos entidades dieron un mensaje muy claro: River se hizo presente con Cristian Ferreira e Ignacio Villarroel, mientras que Boca fue con Nicolás Capaldo y dos integrantes del Consejo de Fútbol. Ni los capitanes, ni las figuras, ni las primeras líneas directivas.

Fuera de la LPF, la estrategia de los de Núñez y los de la Ribera fue acercarse a Claudio Tapia. El presidente de la Asociación del Fútbol Argentino quedó en el medio de una disputa en la que intenta hacer equilibrio como puede. Por un lado se reunió con Rodolfo D’Onofrio y Jorge Ameal para potenciar la exportación del producto a nuevos mercados. Al día siguiente apareció por el River Camp, invitado por el presidente del Millo, y señaló que restaban detalles administrativos para que se jugara ahí el encuentro ante Banfield. Y por otro lado, unas horas después, se mostró también junto a Tinelli y participó de un homenaje a Diego Maradona. ¿De qué lado estás, Chiqui?

El doble comando AFA-Superliga no dio buenos resultados. Y quedó demostrado este fin de semana con el comunicado de la LPF, que vetó el River Camp y le dio al Más Grande sólo siete horas para organizar un partido en otro estadio. Con argumentos débiles y falaces y varios puntos, como por ejemplo aquellos que indicaban que no contaba con los permisos municipales y la aprobación de la TV. El predio millonario amaneció con los pórticos y toda la cartelería de la Liga Profesional. Un PAPELÓN.

El club de Núñez respondió con otro comunicado que desnudó todas las incongruencias de la resolución de la Liga. Mantuvo en principio la postura firme de no mudar la localía y desconoció su autoridad. Pidió que la palabra final la tenga la AFA. Sin embargo, la Liga decidió reprogramar el encuentro para el martes a la noche y advirtió que podrían caber duras sanciones si no define un nuevo escenario. Y desde lo deportivo, al plantel y a Marcelo Gallardo tampoco le sirve quedar en el medio de una disputa política cuando necesita partidos y competencia para llegar de la mejor manera a los octavos de final de la Copa Libertadores, el verdadero objetivo. Por eso esta tarde hubo un llamada a la dirigencia de Independiente y rápidamente se pusieron de acuerdo para seguir alquilando el estadio Libertadores de América, como viene sucediendo en el máximo certamen continental.

Tinelli siente la victoria como propia. Está envalentonado porque pudo torcer el brazo de un gigante de Argentina. Sació su sed de venganza. Y desde su mirada cortoplacista, posiblemente tenga razón. Pero deberá sostener su poder en medio de una guerra no declarada con River y Boca, unidos por el espanto, dispuesto a recuperar el lugar que les corresponde. Así planteadas las cosas, el poder del empresario televisivo parece estar construido como un castillo de naipes que puede tambalear en cualquier momento. Al fin y al cabo, el «Todo Pasa» de Julio Humberto no estaba tan errado.