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EL MILLONARIO FESTEJÓ UNA VICTORIA QUE LO DEJA MÁS CERCA DE LAS SEMIS (IMAGEN: Prensa River)

River venció a Nacional 2 a 0 en el Libertadores de América y consiguió una ventaja valiosa para ir en busca de una nueva semifinal la próxima semana en Montevideo. Gonzalo Montiel de penal y Bruno Zuculini en la última bocha de la noche le dieron la victoria al equipo del Muñeco.

Las noches de Copa son las que mejor le sientan al River de Gallardo. Un equipo acostumbrado a jugar este tipo de series mano a mano. Que entiende cuándo está para florearse y cuándo ponerse el overol. Que sabe sufrir para después gozar. Y sobre todo, que suele armarse de mucha paciencia y convicción para acomodarse aún en trámites que parecen adversos y difíciles de torcer.

Este River post-cuarentena no brilla, pero tiene la mayoría de las virtudes enunciadas más arriba. El partido de esta noche ante Nacional fue un claro ejemplo de esto. Pasó por una primera etapa discreta, en la que le costaba generar peligro en el área rival a pesar de manejar la pelota y tener la iniciativa. En el que la apuesta de atacar con Angileri y Carrascal -las sorpresas de la formación inicial- por la izquierda no funcionó. Así y todo, en los últimos minutos de ese primer tiempo tuvo un despertar.

A los 40 minutos de juego, el colombiano Andrés Rojas decidió sancionar penal por un toque leve contra Matías Suárez. En la repetición pareció «mancha», pero el VAR convalidó la determinación del juez. Rafael Borré, peleado con el arco y con los remates desde los doce pasos, pateó un tirito a las manos del arquero. Un desperdicio con sabor a justicia, siendo sinceros.

River tuvo una más antes del pitazo final y del descanso. Matías Suárez recibió un bochazo largo de Fabrizio Angileri, encaró, amagó y la puso contra el palo izquierdo de Sergio Rochet. Golazo. Sin embargo, el VAR revisó la jugada y determinó un ofsside. Finito, pero posición adelantada al fin.

Daba la sensación que más allá de ese cierre de primer tiempo, a River le faltaba poder de fuego. Hasta era imaginable algún cambio de nombre, posición o sistema. Pero el entretiempo sirvió para refrescar algunos conceptos e inyectar al equipo de esa sangre copera que lo caracteriza en el último tiempo. Y River fue, con más ímpetu y más juego.

De entrada nomás mostró los dientes y comenzó a mostrar que las asociaciones entre Nacho Fernández, De La Cruz y Carrascal comenzaban a incomodar a Nacional, apostado definitivamente a defender el cero en su arco. A los pocos minutos, Rafa Borré recibió un centro desde la derecha y quedó de cara al gol, pero el remate salió al cuerpo del arquero y volvió a marrar una situación muy clara.

La revancha para River en los penales llegaría poco después. Esta vez, Mathias Laborda metió la mano ante una arremetida de Nico De La Cruz. El juez no lo vio, pero el VAR después de varias repeticiones confirmó la falta evidente del defensor uruguayo. Esta vez se hizo cargo de la ejecución Gonzalo Montiel, un protagonista inédito. El joven defensor pateó con mucha tranquilidad a contrapierna de Rochet y estableció el 1-0 parcial.

De ahí en más, el Millo no hizo otra cosa que justificar la victoria. Desde los pies y el talento de Jorge Carrascal comenzó a lastimar al Bolso, que evidenciaba a esta altura un notable cansancio por el desgaste hecho en la primera mitad.

Sin embargo, hubo que esperar hasta el final para conseguir una ventaja más acorde al desarrollo del juego. En el cuarto minuto de descuento, Matías Suárez recibió una gran habilitación de Julián Álvarez, metió el centro atrás y encontró a Bruno Zuculini, que anotó de cabeza y marcó su segundo tanto consecutivo. Claro que hubo suspenso. Hasta que el VAR dictaminó que estaba en posición lícita y convalidó el gol.

Así, el Millonario construyó una valiosa victoria desde la insistencia de ir siempre por más. Se llevó un merecido premio porque fue el único que quiso ganarlo. Ahora, buscará cerrar la serie en Uruguay y meterse otra vez entre los cuatro mejores del continente. ¡River Plate nomá!