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Enzo Pérez se calzó los guantes y custodió el arco de River en un partido inolvidable. El mendocino aguantó los 90 minutos a pesar de su distensión en el isquiotibial de la pierna derecha y respondió de buena manera las pocas veces que lo exigieron. Ninguna responsabilidad en el descuento de los colombianos.

Pasaron diecinueve años desde la última vez que un jugador de campo se puso los guantes para defender el arco más grande del mundo, como alguna vez lo definió Amadeo Carrizo. Desde aquel River-Racing del Torneo Clausura 2002, con Demichelis bajo los tres palos y ese tiro libre que derivó en la corrida eterna de Pipino Cuevas que no se repetía semejante imagen. Por eso lo de esta noche fue bizarro, pero a la vez gigante. InmEnzo como el corazón de Enzo.

Ya desde el vamos, la duda pasaba por cuánto podría aguantar en el partido. Llegó con una distensión en el isquiotibial de la pierna izquierda, producto del esfuerzo que realizó el último domingo en la Bombonera. Por esta razón, para este encuentro ante Independiente Santa Fe firmaron planilla como arqueros tanto Enzo Pérez como Agustín Fontana y Tomás Lecanda. Iba a atajar hasta que el cuerpo le dijera basta.

Y Enzo fue. Con todo ese coraje que lo caracteriza. Con todo ese compromiso que lo define. Con todo ese sentido de pertenencia que lo hace seguir en River. Porque el amor es más fuerte. Esta vez no lució la banda roja en el pecho, pero ese buzo verde forma parte también de la mitología millonaria. Lo uso alguna vez el Pato Fillol, más tarde Trapito Barovero y ahora el Pulpo Armani. Hoy lo inmortalizo Enzo Nicolás Pérez.

Más allá de ser un jugador de campo y estar en una pierna, Enzopé estuvo a la altura de las circunstancias. Ayudado por una enorme tarea colectiva, fundamentalmente de la última línea, que despejó los mil quinientos centros que tiró Independiente Santa Fe en busca de algún error o una mala salida del #24. A puro reflejo y sin complicaciones, en el primer tiempo tuvo que revolcarse para mandar al córner un disparo desde media distancia. Y nada más.

En el complemento, los colombianos llegaron al descuento luego de un desborde por la derecha de la defensa millonaria en el que Milton Casco perdió la cuerda y no pudo evitar el centro atrás para la definición de Kelvin Osorio. Ninguna responsabilidad por parte de Enzo Pérez, que más allá del tanto del elenco colombiano embolsó varios centros llovidos y fue víctima de algunas faltas y empujones dentro del área chica.

En resumen, una sobria actuación del mediocampista millonario, que al finalizar el partido recibió las felicitaciones de todos sus compañeros y el abrazo sentido de Marcelo Gallardo.