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(INCLUYE VIDEO) Los hinchas de River vivieron una fiesta con el regreso al Monumental y el triunfo ante el rival de toda la vida. Antes, durante y después del superclásico, hubo una ovación especial para el DT millonario y un pedido hecho cantito: «Gallardo es de River, de River no se va», entonaron.

Luego de dieciocho meses sin público, el estadio Monumental volvió a rugir al compás de los hinchas del Más Grande. Más allá de lo que significa el superclásico en sí mismo, los fanáticos de River vivieron una jornada especial, que terminó en una fiesta por la victoria ante Boca Jrs. y por la diferencia abismal que hubo entre un equipo y otro. También, porque pudo ser el último derby para varios protagonistas.

Ya desde temprano, los simpatizantes del Millo le pusieron clima y color al clásico. Muchos llegaron con varias horas de antelación para evitar las aglomeraciones. Otros aguardaron en los alrededor del Puente Ángel Labruna para darle la bienvenida al micro que trasladaba al plantel. A veinte minutos del inicio del clásico, casi la totalidad de los hinchas ya estaban ubicados en las tribunas, el punto de reencuentro después de muchísimo tiempo.

Antes, durante y después del partido, el Monumental habló. Bajaron ovaciones para Enzo Pérez y Leonardo Ponzio cuando la voz del estadio anunció las formaciones, pero el aplauso más grande se lo llevó Marcelo Gallardo. Ni hablar cuando en la pantalla los hinchas pudieron divisar al DT ingresando al campo de juego con el diseño de la histórica corbata que solía utilizar Ángel Labruna cuando era entrenador. Todo un mensaje en lo que fue la celebración del Día Internacional del Hincha.

Sobre el cierre del primer tiempo y con la emoción del 2-0, bajó un pedido de los simpatizantes hecho cantito: «Olele, Olala, Gallardo es de River, de River no se va». Plegaria que volvió a sonar sobre el final del clásico, con la victoria ya consumada. Visiblemente emocionado, el Muñeco respondió llevándose la mano al corazón y luego saludando a los presentes. Se retiró del campo de juego con lágrimas en los ojos y un millón de abrazos. Un reencuentro soñado.

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