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La columna del Hincha de River Plate. Por So Ferrari / @so_ferrari_CARP

Creeme, está comprobado científicamente. Cada vez que te pones una casaca de River, tu cabeza se inclina hacia abajo y tus ojos miran a tu izquierda. Lo ves ahí, bordado o estampado, lo besas y lo adoras en todas sus formas, en todas sus texturas, en todas sus épocas.

Debo confesar que cuando me enteré del cambio observé una mezcla de temor y expectativa. Empezamos a imaginarnos si sería más redondo o más ovalado, más plano o más en 3D y comenzaron a circular infinidad de ideas y bocetos. Finalmente salió a la luz: mismas letras, menos bordes negros y una banda puramente roja. Una simpleza que generó adeptos y detractores pero que en pocos minutos se convirtió en fondo de pantalla de celulares, fotos del perfil o simplemente en tesoro de nuestra galería.

Durante gran parte del día se armó un lindo debate sobre nuestra imagen y repasamos una larga lista de diseños que llevó desde rayitas rojas, pasando por las simples siglas hasta un leoncito creado por Caloi. El efecto de la noticia fue tal que los hinchas de otros clubes se animaron a charlar sobre la historia de sus propios escudos. River demostró una vez más lo que genera teniendo una filosofía de constante movimiento, exigencia y renovación, eso que parecía solo parte de un lema deportivo también se ve plasmado en lo institucional.

De algo podemos estar seguros: nuestro escudo tendrá muchas formas y algunas podrán ser más vistosas que otras, pero nuestra identidad esta intacta, y nuestra pasión también.