Isotipo_Figuras3

victoria

En un partido que tranquilamente pudo haber sido dirigido por Tarantino, River se sacó de encima a San Lorenzo: victoria por 1-0 con gol de Paulo Díaz.

La crisis institucional de San Lorenzo se hizo notar desde la previa. River visitaba un escenario hostil con todos los condimentos: la hinchada en punto de ebullición, disturbios con socios sin poder ingresar, el colorido sinfín de un clásico con distintas urgencias y la sorpresiva baja de Julián Álvarez a último momento. Pero mientras tuvo la pelota desde el pitazo inicial, el último campeón respiró a pesar de la agitación reinante. ¿El gran problema? Las contras. Centurión libre, con espacio para recorrer y sus compañeros más preocupados por huir de la fricción que por habilitarlo.

Del otro lado estaba Barco, tratando de adueñarse sin suerte de un costado izquierdo demasiado frágil. Simulaciones, exageración y poco show futbolístico, pero Espinoza estuvo atento para no comprar y dejar seguir. Claro, cada dividida se fue acentuando con rigor y entre manotazos y pierna fuerte, el termómetro pasó factura. Sin embargo, las tarjetas no aparecieron más allá de advertencias a Paulo Díaz, el más expeditivo para los choques. La intrascendencia jugó de engañosa porque a los 12′ Braian Romero partió en la misma línea que Zapata -exquisitez de Enzo Fernández-, sacó ventaja en velocidad y definió a un costado. San Torrico la desvío levemente antes que bese el palo y vaya al córner. Primer aviso del Millonario.

Con esa aparición, se despertó la visita en un hervidero de impaciencia. El Ciclón complicaba con poco, salteaba la mitad de cancha donde Zuculini mordía con ganas e insistía con más cánticos que buen juego. El talón de Aquiles del equipo de Gallardo, en su máxima expresión. La respuesta fue otra vez de Romero con un cabezazo letal en respuesta a un centro-caviar de Casco. Sí, otra vez el semidiós que CASLA tiene bajo los tres palos. Increíble.

Cielo gris, temperatura pegajosa y embate de piernas por doquier en todos los sectores de la cancha. El clásico partido que por más 0-0 reinante, es una tentadora invitación para degustar. Ah, ¿no? La atención se mudó del otro lado de la cancha. Dudas en la defensa, tomala vos y dámela a mí… Mano de González Pirez que aumentó la oxigenación rival. En fin, Uvita Fernández a cargo del penal en momento trascendental. Sopapo a River o autobombo. Y atajó Armani, nomás, acaso la materia pendiente que siempre le costó rendir.

Tormenta de motivación para un River enérgico que en la siguiente cantó retruco. Enzo Fernández entró envalentonado y estalló un remate al primer palo. Si no era suficiente, Barco entró en soledad al área y también malogró su chance con un débil disparo de zurda. La tercera consecutiva, la vencida. Tiro de esquina depositado en la testa de Paulo Díaz, artífice de la ley del ex. Gallardo enardecido, en el banco, rápidamente dio indicaciones para capitalizar ese dominio y no dejarlo escapar como ante Racing.

Lejos de calmarse, el menor de los Enzo se hizo amo de cada ataque, con esa sutileza natural que demuestra siempre que agarra confianza. Si hasta acá se había nombrado poco a Simón no fue por bajo nivel, todo lo contrario. Jugador sin cámara, apreciable ao vivo, de uno o dos toques al ras del césped. Elegante. Y así empezó a calibrar su posición. Algunos destellos más antes que finalizara el primer segmento.

Con algo de Centurión en el arranque, Troglio intentó torcer el rumbo, pero el mediocampo Cuervo no cobró peaje y, de esta manera, imposible sacarle la sonrisa a un adversario pícaro en alza. Sobrado de ganas, luego de un inicio cumplidor, volvieron a aparecer los laterales. «Chanchi, Chanchi», se gritaban entre los volantes para dar la señal de que Milton pasaba furioso por detrás de la jugada. En una de las tantas del ambidiestro, fuerte envío que el arquero interceptó con prestancia.

Y si frescura le faltaba al ataque riverplatense, a la cancha Quintero, encargado de hacer la pausa y pensar cómo lastimar. El piberío de SL sabía que se jugaba una parada brava, puso uñas y dientes en cada disputa, pero… ¿Cómo sacarle el control remoto a Enzito? Infernal. A esta altura se había calmado el ritmo, ya dosificando fuerzas, pero no la verborragia de los hinchas. Después de cinco meses, Suárez con la 7 para rejuvenecer las energías; obligación inmediata para que entre los relevos aparezca Ortigoza, próximo cambio.

Se sucedieron ocasiones de Barco, Juanfer y hasta Simón. Era de ida y vuelta con búsquedas a Cerutti, Centurión y alguna incursión de un tímido Blandi. Potrero puro, sin referencias, sin marcas, con más sed que ideas. Y si Suárez metía la vaselina que intentó de media vuelta… Cansados y rezagados, amor propio y batería baja. El famoso «gol gana». Si, a River le daría tres puntos. Pero al anfitrión una excusa para no seguir cayendo.

La chicharra a punto de sonar, los contendientes paseando por el ring con la mandíbula floja y el juez como espectador de lujo. Titánica la zaga central Paulo – Pirez sacando todo, tiempista e inteligente. Rápidos los atacantes para reaccionar. No sobró nada, faltó bastante, pero tres puntos que valen en todo sentido.

SEGUÍ TODAS LAS NOTICIAS Y LOS RESULTADOS DE LOS PARTIDOS DE RIVER EN 365SCORES