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A lo largo de los últimos años, los jugadores de River fueron víctimas de situaciones fortuitas que los alejaron varios meses de la competencia.

Siempre que existan bajas de peso en la formación titular, un entrenador se rompe la cabeza para que el funcionamiento no se resienta demasiado o, de ser posible, mejore. Al referirse estrictamente a Marcelo Gallardo y la mala suerte de River con los lesionados, hay una larga lista negra en el historial que tiene ocho ausencias graves en el haber. Más allá de haber conformado un plantel muy competitivo para 2022, los dolores de cabeza siguen al acecho y el caso de Robert Rojas es el más reciente.

«Hemos sufrido un montón de lesiones y eso te genera un sabor amargo todos los partidos. No me gusta porque nos vamos desintegrando como plantel», declaró alguna vez el Muñeco respecto al saber amargo de los soldados caídos en momentos puntuales de la temporada. Y razones no le faltaron para lamentar la suerte esquiva, sobre todo en la línea defensiva en la que llegó a improvisar con Bruno Zuculini y hasta con Enzo Pérez, entre otros, en la zaga central. No por nada se reforzó en las cuatro posiciones del fondo.

Entonces, ¿cuáles son los antecedentes de lesiones graves en el Millonario? En apenas 13 segundos de partido, Milton Casco se fracturó la clavícula en el triunfo 2-1 frente a San Martín de Tucumán, el 24 de febrero de 2019. El entrerriano estuvo 73 días out y se perdió 14 encuentros hasta que pegó la vuelta el 9 de mayo. En la fatídica tarde del 17 de marzo del mismo año, Juan Fernando Quintero padeció la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y poco tuvo de feliz la goleada 3-0 sobre Independiente, a los pocos meses de haber sido héroe en Madrid. ¿Su regreso? El 9 de octubre, luego de 2015 días sin minutos oficiales.

La nómina continúa con una doble fractura de antebrazo para Javier Pinola, la primera en marzo de 2021 y la siguiente cinco meses más tarde, traducido en un total de 136 días y 30 partidos sin ver acción. Matías Suárez decidió enfrentar el bisturí el 12 de octubre pasado para ponerle fin a la sinovitis crónica que lo obligaba a estar entre hielo y algodones, por lo que 146 tardes tuvieron que pasar para que el cuerpo técnico lo pudiera tener en consideración y el miércoles, en Lima, pagó con gol la espera.

Al domingo siguiente de que el cordobés entrara al quirófano, comenzó la pesadilla de Nicolás De La Cruz: una seguidilla de estudios que determinaron que las molestias inacabables que arrastraba eran producto de una trombosis venosa en el pie izquierdo. En otras palabras, un coágulo en una vena del pie que debió ser seguida de cerca para evitar que se desprendiera y trasladara a otras partes del cuerpo donde podría haber generado riesgos importantes como una hemorragia. 104 días y diez encuentros sin poder contar con el uruguayo, que la había pasado aún peor en la temporada 2017/18 con un síndrome meniscal en la rodilla derecha, razón por la que le realizaron una artroscopía que lo marginó por 131 días y 15 compromisos con la banda roja.

Los casos más recientes son los de Felipe Beña Biafore, aún en plena recuperación de la rotura de ligamentos cruzados de la rodilla derecha que sufrió el domingo 7 de noviembre del año pasado (había tenido la misma lesión en la otra rodilla en noviembre 2016 y junio 2017); y Enzo Pérez con la luxación del codo izquierdo (pudo ser mucho peor) que lo mantuvo inactivo un lapso de 55 días -6 cotejos- desde que cayó mal contra Platense, el 21 de noviembre en la última Copa de la Liga Profesional. River y las lesiones, una relación tóxica.

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