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Banfield 1 River 2

En una noche que comenzó adversa por un error de Franco Armani, River supo tener cabeza fría para darlo vuelta y vencer 2-1 a Banfield. Los goles fueron obra de Enzo Fernández, de penal, y Matías Suárez.

Hermosa y fría noche en el Sur del Gran Buenos Aires con el plato fuerte del domingo: dos equipos que apuestan al buen juego con objetivos no tan diferentes. River para hilvanar su quinto triunfo consecutivo en el torneo y no perderle pisada a un Racing que no da tregua, Banfield para seguir aferrado a la chance de clasificar a la próxima ronda. Y sin el pitazo inicial llegó el primer dolor de cabeza. Julián Álvarez, con una molestia muscular, no salió entre los titulares y le cedió su lugar a Braian Romero, al igual que en el Nuevo Gasómetro ante San Lorenzo.

Frenético para combatir el fresco, comenzó de ida y vuelta con presión asfixiante y pelotazos en cortada para los delanteros. En apenas tres minutos, Erik López buscó poner a Giuliano Galoppo mano a mano y lo propio entre Santiago Simón y Braian Romero. Golpe por golpe y alguna que otra pierna de más en las divididas. Y la clase de Matías Suárez ni pidió permiso para aparecer con una asistencia lujosa a Andrés Herrera que, embalado por derecha, la tiró por encima del horizontal. ¡Siete minutos de emociones! Bien ganado el apodo Taladro para el dueño de casa que no dejaba de morder talones, sobre todo los de Enzo Fernández que parecían ser sus preferidos.

El primer pase de los arqueros, vital para no revolear la tenencia. Nicolás De La Cruz crecía por izquierda en soledad, aunque requería atención por sus inminentes remates de media distancia. Pero la orden de Diego Dabove para sus dirigidos pareció ser cortar de raíz a Enzo Pérez y así el Millonario quedó desconectado, más si Juan Pablo Álvarez y Agustín Urzi abrían la cancha para generar espacios que aprovecharon con creces. Ráfagas de preocupación para Franco Armani que rápidamente supo capitalizar. Se jugaba en tres cuartos de ambos campos, faltaba el toque final. En 20 minutos, los dos levantaron la cabeza para pensar, ninguno le daba claridad a sus ataques aunque el anfitrión proponía exitosamente un duelo físico con tapones hambrientos. El siempre cumplidor Simón le puso una bocha bárbara a Enzo Jr. y casi gol en contra de Luciano Lollo. Cualquier duda sería motivo de lamento en el fondo del arco.

El relojito Galoppo tomó coraje y provocó desajustes defensivos en la zaga central, hasta que en la segunda jugada nació la ventaja de Banfield. Nicolás Domingo la volvió a meter en el área luego de un rechazo y Armani, que en vez de salir con los puños optó por tratar de agarrarla, vio cómo la pelota se le escapaba para que Jeremías Perales definiera con borde interno sin resistencia alguna. Increíble jugada cuando parecía el momento del Millonario para redoblar apuestas. El sector derecho seguía siendo el camino elegido por la visita para ensayar la reacción, incluso con un voluntarioso Romero casi como un volante más. La pelota parada, esa que numerosas pesadillas en contra significó, era ahora el arma más preciada para lastimar.

Lenta, pero sin pausa, la insistencia de Milton Casco para escalar prometía mejorías. Sin embargo, con poco era Banfield el que conseguía dar pequeños sustos. Primero, con una volea de Juan Pablo Álvarez que el Pulpo desvío a su izquierda, y luego con Galoppo (¿cuándo no?) con un remate por el centro. El menor de la dinastía Enzista tuvo en la puerta del área chica el empate pero le faltó cargar la barrita. Hasta acá, impecable labor de Pablo Echavarría en las riendas de la justicia. Entretenido primer tiempo, sin respiro para piernas tan kilométricas como sedientas de puntos. La última fue para River, con un centro demasiado pasado de Herrera mientras tres de sus compañeros se relamían en la zona caliente.

Ningún cambio para la etapa complementaria pero sí una verborragia riverplatense en ataque. ¡240 segundos de presión e intervención del VAR! ¿Por qué? Franco Quinteros le erró al cabezazo y la amortiguó con el brazo izquierdo. Oportunidad dorada con un penal impensado para equilibrar la balanza. Enzo Fernández, el encargado de ajusticiar a Enrique Bologna, que bien lo conoce al pibe y casi le ahoga el grito. Era otro equipo el de Marcelo Gallardo, que adelantado en el terreno impedía que el local se acomodara. Juan Fernando Quintero y José Paradela adentro, Santiago Simón y Braian Romero afuera. La idea de manejar la pelota para concretar más situaciones surtía efecto, si bien lejos estaba su adversario de tirar la toalla. Pochoclera la película, de eso no había discusión alguna. Y la mejor anécdota del fin de semana fue épica: Quintero, Paradela, Enzito, Quintero, Suárez y fierrazo de zurda. Éxtasis. Descontrol. Locura. Golazo. Más espectacular lo hizo el beso en el travesaño antes de inflar la red. A otra cosa.

Circulaba la pelota River. Se sabía superior en el resultado pero no en el funcionamiento. La supremacía no existió ni de un lado ni del otro. Y de una infracción de Paradela se originó un tumulto que terminó con Lollo expulsado y un guiño al trámite de los restantes diez minutos. Innecesariamente se calentó la escena mientras el marcador estaba abierto, en parte por la pasividad de un árbitro que se dejó manejar. El overol de Bruno Zuculini aportó cuchillo entre los dientes en el círculo central para clausurar y bajar la persiana. Destellos de Jesús Datolo en la elaboración amagaron con darle aire a sus compañeros. Sin embargo, la fiereza del entonces victorioso apagó cualquier llamarada de ilusión. Sufrido final para El Más Grande, que pudo haber conseguido el K.O. con antelación pero enfrente tuvo a un digno oponente que lo dejó con la mandíbula floja. Los de Gallardo acumulan 22 unidades en 10 jornadas, y la fe intacta.

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