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River se metió en octavos

Gracias a los goles de Agustín Palavecino, Nicolás De La Cruz, David Martínez y Esequiel Barco, River vapuleó 4-0 a Colo Colo en un segundo tiempo furioso y se metió en Octavos de final de la Copa Libertadores de América.

Si al hincha se le dibujó una sonrisa en el ingreso al estadio fue por el borrón y cuenta nueva que logró en cuestión de días. La pálida imagen exhibida ante Tigre que desencadenó en el impensado adiós en la Copa de la Liga, quedó atrás. El presente en la Copa Libertadores ameritaba un lavado de cara para retomar el buen andar, que esta noche podía tener premio con un resultado favorable. Se la jugó Marcelo Gallardo y metió mano en el equipo porque, además de no poder contar con Franco Armani, Javier Pinola y Tomás Pochettino por COVID, decidió que Ezequiel Centurión, Emanuel Mammana y Agustín Palavecino sean de la partida. El capitán fue Paulo Díaz en un claro espaldarazo del cuerpo técnico después del error cometido el miércoles pasado contra el Matador de Victoria. Cruce de canciones entre las hinchadas constantemente para adornar la previa de un nuevo choque entre dos grandes.

Tan verborrágico como desordenado fue el comienzo, con ataques esporádicos, nula claridad y piernas amontonadas en disputas muy trabadas. La primera más clara fue de David Martínez, a los 5 minutos tras un córner de Julián Álvarez. Pelotazos intrascendentes y poco más hasta que a los 15′ sobrevino la respuesta: Juan Martín Lucero con un disparo a quemarropa desde la izquierda que no se tradujo en peligro. Estaba enojado River, no quería caer en la desesperación y por ende prefería probar de media distancia antes que lateralizar. En dos jugadas seguidas, Agustín Palavecino y Nicolás De La Cruz tuvieron las suyas. El único dolor de cabeza se llamaba Pablo Solari, que dejó a Milton Casco en libertad con tal de jugar a sus espaldas en velocidad. Alerta: Mammana con una molestia lumbar encendió las alarmas. Insistían Enzo Fernández, Palavecino y De La Cruz con remates sorpresivos que carecieron de dirección y/o potencia. Transcurridos los 40 del inicio, faltante de emociones. Dicho esto, una extraña carambola que pegó en Palavecino segundos más tardes, previo desborde del uruguayo, infló la red para destrabar un duelo cerrado. Aire fresco antes del descanso.

Numerosas veces se les pidió a los hinchas chilenos que se bajaran de los parapetos del sector asignado. Pero la voz del Estadio Monumental solamente encontró oídos sordos. No se reanudaba el juego hasta que se lograra el cometido, que pareció llegar al cabo de 10 minutos. Pitazo para iniciar la segunda mitad y, cuan animales, se treparon otra vez… Se notaban nuevas energías en la ofensiva del Millonario, con Julián mucho más suelto y con espacios, además de Barco con la cancha de frente para juntar rivales. Rápida la Araña para forzar los errores de una defensa muy endeble con noche fatal para Maximiliano Falcón. En 3′ del complemento, ¡palo de Colo Colo! en los pies de Gabriel Costa. Pero la furia roja rojiblanca apenas estaba por desatarse: cinco más tarde, Nicolás De La Cruz empujó la pelota luego de que Enzo Fernández desviara un centro perfecto de Álvarez.

Este golpe de K.O. fue certero, al mentón de un rival con la guardia baja, con el autoestima a ras del suelo. El show debía continuar… ¡Y cómo continuó!. La desconcentración colocolina permitió que El Más Grande se volviera aún más enorme. Si hasta Mammana pudo haber estirado la ventaja con una triangulación rápida que lo tuvo como cerebro de la jugada, pero Brayan Cortés estuvo rápido en la salida. En un titubeo de dos minutos, River ya se había puesto 4-0 con una violencia total: David Martínez y Esequiel Barco, en sendas ocasiones, aparecieron por el segundo palo para lastimar con puñales hondos. A 15 del cierre, sonido metálico en el arco de Centurión gracias a una búsqueda feroz de Solari. Así las cosas, los entrenadores buscaron dosificar energías moviendo el banco de suplentes pero por el lado del Millonario seguían los flechazos por el frente de ataque. Pensar que la diferencia pudo haber sido mayor, pero el trajín y la mala puntería hicieron lo suyo. Tres puntos de oro para meterse en Octavos y aún muchísimo por mejorar.

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