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Noche de Copa. Ni más ni menos. Gritos desde temprano, bombos calentando el ambiente, bengalas cortando la niebla, cómo si de un paisaje marítimo se tratara. Cuando a las 21.214 River (y Vélez) saltaron a la cancha, el Monumental se quebró. Y ojo, cuando acá haya más de 80 Lucas de gargantas, este estadio va a meter miedo en serio. 

Pero después, después llegó la hora del fútbol, con la base clara y cristalina: había que dar vuelta un 0-1. Para eso, un esquema más ofensivo desde el vamos: 4, un sólo volante central, el General Enzo Pé, una líneas de tres volantes con la inclusión de Rodrigo Aliendro, el regreso de Nicolás De la Cruz y la presencia de Enzo Fernández. Arriba, Braian Romero y el hombre de l anoche, Julián Álvarez, el de Calchín, el que le dijo adiós a la camiseta de River bajo la niebla de un Monumental que fue un auténtico hervidero. 

River con más actitud, intentando morder en cada centímetro de césped. A los 2’ River se perdió el primer gol de la noche, mano a mano, definió apenas al costado del palo. Braian Romero, tras un amague cinco estrellas de Enzo Fe. A los 4’ un pase atrás muy peligrosos de Elías Gómez obligó a la salida desesperada de Armani, y dejó una advertencia: arriba, ellos eran rápidos y estaban despiertos. 

A los 10’ llegó Vélez, Armani voló par sacar un remate que pedía ángulo de Luca Orellano. Lo mejor de Vélez llegaba desde entregas poco seguras de Eno Pérez. A los 17’, Rodrigo Aliendro lo dejó cara a cara a Julián Álvarez con el gol, pero el “9” se abrió un poco y Hoyos pudo contener. Braian Romero se deglutió varios opciones de gol, pero se mostraba activo y participativo, aunque su nivel fue diluyéndose con el correr de los minutos.

El primer tiempo fue todo de River. Más posesión, más pases, más opciones, todo el compromiso con un partido que Vélez no quiso jugar en ningún momento, haciendo tiempo sistemáticamente y tratando de embarrar los más posible el juego, atesorando ese 1-0 conseguido en LIniers cómo si se tratara del último puñado de dólares en la caja de ahorro. Al cerrojo de la “V”, River intentó juntar pases, contó con un muy buen Aliendro, con Enzo Fernández jugando por la derecha y con De la Cruz por la izquierda. La sensación, más allá de todo, es que el equipo estaba presente. Y eso, dados los últimos partidos, es mucho decir. Y una gran base para pensar en que en el segundo tiempo iban a entrar todas las que no entraron. 

Para el segundo tiempo, River sin cambios y Vélez tampoco, ambos buscando repetir lo hecho en el primer tiempo, aunque River, claro, buscando los goles necesarios para meterse en Cuartos de Final. “Quiero la Libertadoreeeeeeeees”, tronó desde los cuatro costados en modo arenga apenas Lucas Pratto dio inicio al complemento en el Monumental. El equipo empezó a sufrir la variante del reloj, perdió frescura y empezó a llegar por inercia. No hizo figura a Lucas Hoyos, ni mucho menos, pero sí mereció, al menos, forzar la definición por penales. 

La jugada bisagra, que marcó la serie, llegó a los 33’. En ese minuto, llegó el merecido tanto por el que River trabajó, fundamentalmente en el primer tiempo. Escapada de Esequiel Barco por la izquierda, centro llovido al segundo palo y Matías Suárez, el Suárez que sí está en River, entró de sorpresa en el segundo cañó y empató la serie. La historia marcaba penales en el Monumental. Hasta que llamó el VAR. El impresentable Roberto Tobar lo fue a ver, e inventó, con el línea de su lado -algo nunca visto- vio o quiso ver que Suárez había hecho el gol con la mano. Es físicamente imposible que alguien, con la mano, impacte la pelota con esa dirección y esa fuerza. Imposible. Se ve que en Chile la física funciona de esta manera. 

La jugada sacó a River de partido, y le costó muchísimo al equipo volver. Quedaron apenas unos espasmos de la mano de Barco por izquierda que River, que en los últimos 4’ de partido pobló el área aunque sin mucha justeza. Juanfer Quintero terminó jugando como volante central, casi, buscando desde ahí el pase que perfore las líneas. River cae ante Vélez por el mal partido en Liniers y porque el VAR; en su casa, le jugó en contra. La jugada de Matías Suárez es un escándalo, que es la explicación taxativa de porque River no llevó la serie, al menos, a los penales. 

Ahora, el semestre parece quedar muy largo. Hay Copa Argentina contra Barracas Central y habrá que seguir dando pelea en el torneo local, dónde los líderes aún están a tiro. Es poco para River. Un equipo que en los últimos años se acostumbró a, al menos, meterse entre los 8 mejores de América. No es usual lo que ocurrió en Núñez, pero las series de Copa Libertadores constan de dos partidos: en el primero, River pudo perder 3-0, en el segundo, mereció, al menos, tener la chance de definir por penales. Vélez, ordenado, se lo complicó y el VAR, de manera escandalosa, se lo robó. 

Ahora habrá que ver que ocurre con Miguel Ángel Borja, si River decide poner una fortuna para la llegada del delantero colombiano, y se termina de caer cualquier esperanza de la llegada de Luis Suárez. Además, habrá que ver si Enzo Fernández se va ahora (el Benfica lo quiere ya) y si la apertura del Mercado de Pases europeo, que recién está amaneciendo, atenta aún más contra un plantel en formación que hoy recibió un duro golpe. Queda el consuelo -quizás más que nunca de tontos- que la imagen cambió y que el equipo mereció mejor suerte y trabajó para conseguirla. Esta vez, no se pudo. El tiempo dirá cuánto se perdió esta noche, además de un pasaje a Cuartos de Final de la Copa Libertadores de América.