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Una nueva e inesperada derrota sacudió el mundo River, que pese al 2-1 se fue cabizbajo no solo por el resultado sino por la forma en que se llevó a cabo. En medio del análisis, el tiempo neto de juego se vio interrumpido constantemente por las artimañas del Sarmiento de Israel Damonte.

El sacudón que significó volver a dejar puntos en el camino repercute, una vez más, en la moral de un equipo que no termina de aparecer. La forma en la que cayó ante Sarmiento, como local, con 72.000 almas a favor y teniendo la posibilidad de acumular tres unidades que permitían arrimarse a la punta. El ocaso futbolístico no cesa pero del otro lado hubo méritos para un rival que hizo su trabajo a la perfección, no sufrió y se aferró a distintos métodos para que el tiempo muriera entre interrupciones y demoras.

«Son formas, ¿no?. Yo se lo decía hoy al árbitro porque en un momento me dijo ‘están haciendo tiempo’ y no, es control del tiempo, control del tiempo», expresó Israel Damonte en conferencia de prensa. Así como River intentó apurar cada reanudación del juego, el Verde hizo todo lo posible para que el espectáculo no tuviera continuidad con jugadores tirados en el suelo, saques de arco tardíos y protestas al árbitro que se mostró cómplice sin castigos severos.

¿Vamos a los datos? De los 90 minutos más los siete de adición que otorgó Hernán Mastrángelo, el elenco de Junín se robó 28 minutos con sus ocurrencias. Sí, casi media hora del encuentro se fue en cada ocasión ideada para pausar el normal desarrollo. Dicho esto, resulta chocante asimilar que aproximadamente 62′ fueron los que tuvo el Millonario para patear sin éxito al arco y, al mismo tiempo, quedaron cortos con el agregado que dio el juez principal. River perdió en las formas, en el resultado y en la poca picardía para hacer valer su jerarquía frente a estas decisiones.

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