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En una noche que parecía arrancar torcida, River dio un giro determinante en el complemento y se valió de los cambios para terminar goleando 3-0 a Argentinos Juniors con tantos de Quintero, Beltrán y Palavecino.

Las dudas que arrastra el presente de River llevaron a Marcelo Gallardo a seguir probando alternativas. Así, el técnico sorprendió desde el arranque con un mediocampo férreo, priorizando la marca por sobre la generación de juego. River intentaba ser directo, recuperando en tres cuartos y sin ceder la iniciativa.

Las dimensiones del campo de juego estaban bien cubiertas. Pero si hay algo que el equipo local sabe manejar son justamente esas dimensiones. Argentinos Juniors se mostraba muy dinámico: agresivo para recuperar y rápido para salir jugando por los costados en busca de Ávalos.

Se enfrentaban claramente un equipo que sabía a lo que jugaba, contra otro que aún no lograba encontrar su norte. Y por pura lógica el local comenzó a mostrar sus cartas. La defensa del Millonario cada vez tenía más trabajo en el retroceso y comenzaban a exigir a Franco Armani.

El visitante apostaba a sus revulsivos: Barco y Solari. Pero el dueño de casa presionaba bien arriba con Ávalos y Herrera, dificultando las salidas del arquero y de la dupla de centrales. Los embates por los laterales del equipo de Milito eran constantes. Mientras tanto, los de Gallardo se ahogaban en buenas intenciones que no llegaban a nada.

Las acciones ocurrían cerca del arco de Armani -y Paulo Díaz la sacaba casi en la línea-, mientras Lanzillota miraba desde el otro extremo. En una jugada aislada, y desde una posición inmejorable, a Borja le quedó de frente al arco. En vez de cabecear al primer palo, decidió cedérsela a Zuculini. El arquero del Bicho, rápido de piernas, salió a achicar y desarticuló el intento.

Fue la primera que tuvo River en el primer tiempo, recién a los 34 minutos de juego. El resto de la primera mitad se diluyó entre patadas, errores de control y falta de ideas. Aunque la última la tuvo el Millonario: Barco por izquierda y pelota para Casco, que remató y -¡uhhhh!- travesaño. Así, casi sin quererlo y sin mostrar casi nada, River se iba al descanso con mejores sensaciones.

El complemento arrancó con el ingreso de Beltrán en lugar de Solari. El desconcierto de los dirigidos por Gallardo siguió su rumbo y una falta de Díaz sobre Ávalos puso en jaque una vez más el arco visitante. A la cancha Quintero en lugar de Barco. El Muñeco seguía probando, a esta altura ya sin saber muy bien qué.

El binomio Pérez-Zuculini ya sufría más de la cuenta. Sobre todo el número 5, que debía cumplir una función más ofensiva pero no lograba ser eficiente en lo que le pedían desde el banco. Esta situación desencadenó en su salida, para darle lugar a Palavecino.

Y como el fútbol es impredecible, en apenas dos minutos pasó de todo. Una falta a Enzo Pérez de frente al arco desembocó en un tiro libre que Juanfer clavó en el arco de forma magistral. Apenas dos minutos después, Beltrán aprovechó la confusión de Argentinos para presionar en la salida y definir por arriba del arquero. Así, River se ponía 2-0 en un abrir y cerrar de ojos.

Y el marcador le dio coraje a un Millonario que se encontró con mucho más de lo que había propuesto. En los últimos minutos todo era efectividad para los de Nuñez. Y así llegó otro golazo, esta vez en los pies de Palavecino, para poner el 3-0 definitivo. Y recién ahí River se animó a mostrar un atisbo de lo que supo ser: toques, presión y buenas sociedades.

También hubo gol de Borja, pero terminó anulado por offside y el colombiano no pudo festejar. Una goleada tan inesperada como necesaria, para tomar aire y buscando las bases de un renacer futbolístico y sumando tres puntos muy valiosos ante un rival directo a la clasificación a la Copa Libertadores.

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