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¿Viste como cuando estás en la calle y te agarra desprevenido el fresco? Ese frío que es aún más frío porque sabes que no tenés el abrigo, ni siquiera cerca. Ese frío que no te cala los huesos, pero sí te hace sentir con la necesidad de estar con los brazos cruzados y el cuello metido para adentro. Ese frío de lo destemplado. Ese frío siente hoy el Mundo River. Se fue Gallardo, y aunque el día estaba soleado a la hora que empezó a decir su monólogo el DT de River, desde que el míster habló, todos estamos con frío. Destemplados. Con frío, pero abrazados. 

Claro, este día iba a llegar. Había indicios que estaba más cerca que nunca, pero con esa misma fe que nos inculcó el protagonista de esta historia, queríamos creer que no iba a ser así. El tema es que ya no había con qué. Un año con pésimos resultados deportivos, con la clasificación a la Copa Libertadores 2023 como único bálsamo, estalló y su sumó a un desgaste que, antes que nada, es lógico. Gallardo llegó con el pelo largo, con un traje gris y una juventud notable un mediodía de 2014 y se fue, con muchas canas, en camisa, la voz quebrada y 14 títulos sobre la espalda, este mediodía, del jueves 13 de octubre de 2022. Y, sí, un poco nos quedamos solos. 

Piensen en dónde estaban hacía 8 años y monedas atrás. Quizás en la secundaria, quizás en otro laburo, quizás enrollado en otras sábanas, quizás cambiando pañales que hace años ya no cambian, quizás en otro país, quizás abrazando a seres queridos que ya no están. Es que pasó mucha agua bajo el puente. Y 8 años es una vida. Y esta vida, la que vivimos todos los hinchas de River junto a Gallardo ha sido, como definió el Muñeco, una hermosísima historia. Que incluyó victorias inolvidables, que incluyó copas eternas, pero que sobre todo nos devolvió la identidad después de aquel infausto descenso. 

Ramón nos devolvió la victoria, la sensación de ser campeones, Gallardo fue mucho más allá. Lo primero que prometió fue que River iba a recuperar su historia. Bueno, el Muñeco nos mintió. River no recuperó su historia, River la agigantó. Reescribió las páginas siempre esquivas del ámbito internacional, reformuló para siempre el capítulo “Superclásico” y en el apartado ídolos sumó su nombre y dejó muy cerca a otros tipos que hace 8 años estaban, quizás, en otra cosa. De los últimos 30 títulos que River consiguió, la firma de Marcelo Daniel Gallardo aparece en 22 de ellos. Como para dimensionar de quién hablamos. 

Fue un cuento de Hadas, en el cual el villano sufrió para siempre y existió el “vivieron felices por siempre”, porque nadie podrá robarnos la sonrisa de este viaje que empezó en Medellín, siguió en Monterrey, escaló en el Bajo Flores, siguió por Curitiba, pasó por Belo Horizonte, Porto Alegre, varias escalas en La Boca y Avellaneda, nos llevó desde Núñez a Japón, como dice la canción. También a Abu Dhabi y encontró en Madrid su cenit. Los hinchas de River siempre viviremos, de alguna manera, en la Puerta del Sol, en la Plaza Mayor, en Chamartín, en el Paseo de la Castellana, en las tribunas del Santiago Bernabéu, allí, el Gallardismo escribió la página más dorada de esta historia y una de las más doradas de este libro centenario. Y todos los sabemos. Los que hoy nos sentimos huérfanos, y los que hoy festejan mientras engullen asados, contentos porque el villano se fue, pero ya sufriendo porque saben que volverá. 

¿Cómo se sigue ahora? Tomándonos de otra de las primera frases que pronunció el Muñeco en su momento: “Primero River, segundo River, tercero River”. Y ese River que hoy perdió el apellido “De Gallardo” nos necesita. Y ese que vendrá a sentarse en el lugar de Gallardo, también necesitará que seamos pacientes con él. Porque las cosas pueden no salir, como cada vez que se reinicia un proceso, todo lleva su período de adaptación y su tiempo. 

Serán momentos de hacer tronar el “Muñeeeeeeco, Muñeeeeeco” una vez más, a viva voz, por última vez en nuestra casa. En las puertas del 17 de octubre, los hinchas de River podremos armar nuestro 16 de octubre, manifestándole al nacido en Merlo toda nuestra gratitud, a la persona que hoy es nuestra máxima expresión popular. Porque Gallardo es River y River es Gallardo. Porque siempre nos comprendió, nos contuvo, nos enseñó -sobre todo en las derrotas-, nos guió y, sobre todo, nos representó. Y lo hizo como nadie. Con armas nobles, con valores, con lealtad y con honor. Por eso, se ganó todo nuestro amor, todo nuestro agradecimiento, también, y hoy más que nunca, todo nuestro dolor. Fue por lo que hizo con River, pero, fundamentalmente, por lo que hizo con nosotros. 

Desde hoy, los hinchas de River tenemos la certeza que Gallardo volverá. No sabemos cuando, pero sabemos que será así. Ninguna de las dos partes de esta historia puede estar mucho tiempo sin la otra. Serán tiempos en que ya no sonará el “Muñeeeeco, Muñeco”  en Núñez, serán tiempos dónde deberemos guardar este ciclo en una caja de cristal. Toca seguir, y poner lo que hay que poner y entender que, por encima de todo, incluso de esta hermosísima historia, está el escudo de River. Por que así lo manda nuestra historia. Porque así lo hemos hecho en estos más de 120 años y porque así, y sólo así, nos lo enseñó Gallardo. Chau Muñeco, la cuenta está saldada con creces. No quedó nada sin pagar y nuestra deuda es tan eterna como nuestro agradecimiento. Hasta la vuelta, que será. No sabemos cuándo, pero sabemos que será. 

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