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Un 11 de noviembre de 2018, River empataba con Boca en La Bombonera por la ida de la final de la Copa Libertadores y se empezaba a plantar como candidato a ganar el título. ¿Lo más recordado de la tarde? El fugaz empate de Lucas Pratto que dejó enmudecido al estadio.

Se cumplen cuatro años del día en que lo jamás pensado se hizo realidad: el destino llevó a River y Boca a disputar en la final de la Copa Libertadores de América. Dos partidos que marcaron un antes y un después en el deporte.

¿Es posible hacer un gol sacando del medio en la final más icónica en la historia del fútbol sudamericano y en el estadio de tu clásico rival, mientras festejaban enloquecidamente un tanto que valía un título eterno? Para el River de Marcelo Gallardo, crean que sí.

Fue justamente Lucas Pratto (quien curiosamente realizó las divisiones inferiores en Boca) el encargado de dejar boquiabiertos a los hinchas que decían presente en un acontecimiento histórico. El Oso, criticado por su rendimiento hasta ese entonces por la importante suma de dinero que había desembolsado el Millonario en enero de 2018, dejó atrás toda mirada negativa y se cargó con un tanto que daría que hablar a nivel global.

Sobran palabras para destacar actuaciones fundamentales como la de Gonzalo Pity Martínez, que jugó como si el Estadio Alberto J. Armando fuera el patio de su casa en Guaymallén, Mendoza, incluso asistiendo en los dos empates que firmó la Banda aquella tarde. Incluso Franco Armani, la gran figura del equipo a lo largo de la copa, apareció en el momento justo para evitar de manera milagrosa que Darío Benedetto estampara el 3 a 2 final.

Porque para hazañas, se necesita de un equipo capaz de ir por ello. Eso fue el River de 2018: agresivo, corajudo, inteligente y que supo sobrellevar todas las batallas que se le pusieron adelante para coronarse como Campeón Eterno en el Estadio Santiago Bernabéu.