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Los goles de José Paradela y Lucas Beltrán para el 2-1 en Zona Sur fueron dos golpes al mentón que Lanús no pudo contrarrestar: River no fue un espectáculo, pero mostró orden, disciplina y supo ser inteligente cuando la instancia lo ameritaba. Tres puntos de oro.

Parada brava en Zona Sur después de una semana de interrogantes acerca de la formación titular. Y Martín Demichelis metió mano nomás: Nicolás De La Cruz y Esequiel Barco de arranque en lugar de Pablo Solari y Miguel Borja. Cambios ofensivos con la clara intención de darle frescura a un sector que genera mucho y concreta poco. Calor sofocante en la Fortaleza al compás de los bombos y a la espera de un choque más que interesante.

De por sí, el cancionero local ya había propuesto recordar viejas e históricos noches de rivalidad entre ambos. Y el clima se volvió tenso mientras los equipos saltaban al campo de juego. La intención de Lanús fue ganarle la espalda a Enzo Pérez y salir disparado con Matías Esquivel y Pedro De La Vega, objetivo que logró a cuentagotas. Por su parte, River soltó a Nacho Fernández para que jugara suelto por detrás de Salomón Rondón y por delante de Esequiel Barco, Nicolás De La Cruz y José Paradela, artífices de la presión en mitad de cancha. Cuando el Millonario se acomodó, empezó a ganar metros y ensayar pases en velocidad, pero siempre le quedó lejos el arco de Lucas Acosta.

La respuesta del Granate, que se volvía peligroso cuando Matías Esquivel la agarraba, llegó a los 23′ con un centro pasado del juvenil que Pepo De La Vega impactó de primera y Franco Armani sacó con la costilla al córner. Ni lento ni perezoso, dos minutos más tarde apareció José Paradela para darle desviado en el arco de enfrente y abrir la cuenta. Desahogo en un momento caliente para darle un giro rotundo a la historia.

La urgencia del dueño de casa se hizo evidente y salió desesperado como un león malherido a buscar a su presa. Pierna por aquí, pierna por allá, permisividad de Darío Herrera para que se desarrolle el juego sin equivocaciones graves. Asedio en el jardín de Franco Armani, pero sus intervenciones apagaron llamaradas que podían pasar a peor. En los últimos cinco hubo chances para todos los gustos, incluido un jugadón de la visita que casi entra en el ángulo. Creció Robert Rojas en el lateral, creció Barco como mediapunta y con De La Cruz el fútbol era diferente.

El complemento comenzó áspero, trabado y con pocas ideas. Claro, el estado del césped dejaba mucho que desear y cada cruce era al límite. Lesionado Milton Casco, parejo y cumplidor hasta el momento, el ingreso de Paulo Díaz conllevó a Enzo Díaz al andarivel izquierdo, puesto donde Talleres lo vio brillar. Sobrevolaban nueve minutos del marcador cuando el chileno, recién ingresado, la perdió en la salida y le regaló una incursión espectacular al Granate. Por suerte, nadie la pudo empujar en el segundo palo y la ventaja se mantuvo.

Pero cinco minutos más tarde, Cristian Lema conectó un córner e igualó de cabeza. Varios jugadores de River protestaron pidiendo un fuera de juego y obstrucción, por lo que el árbitro acudió al VAR para sacarse la duda y enterrar la polémica: luego de largos minutos de incertidumbre, Herrera sentenció que el gol fuera anulado. ¿La explicación? Canale, levemente adelantado, interfería en la salida de González Pirez. La gente explotó contra el referí y a partir de ese momento la Fortaleza se volvió una olla a presión.

Tocaba y tocaba River en espacios reducidos, ya con Rodrigo Aliendro en lugar de Enzo Pérez. Mediocampo oxigenado. El circuito Nacho-DLC-Paradela se adueñó de la pelota en tres cuartos y esperó agazapado alguna chance. Frank Kudelka apostó por la desfachatez de Luciano Boggio, pero poco pudo hacer en soledad el hábil de cabellera frondosa. Agustín Palavecino, Santiago Simón y Lucas Beltrán para darle otro aire a la ofensiva, pero todavía el Millonario debía defender muy atrás antes de pensar en estirar la diferencia.

Llovían centros de todos lados pero siempre un jugador de camiseta rojiblanca llegaba atento a despejar por arriba. A tres de cumplirse los 45 reglamentarios, Barco la armó por izquierda, soltó para Enzo Díaz y pase venenoso para Beltrán, que giró y golpeó al primer palo. Golazo para el 2-0. Los 11 minutos de descuento adelantaban lo que iba a pasar: ferocidad del anfitrión e inteligencia del vencedor. En una de las últimas, Franco Orozco conectó una volea que significaría el descuento: ¡Pero no! Nuevamente con el VAR como protagonista, el local vio anulado su gol y se quedó con las manos vacías.

Lo picante que fue el choque se trasladó a todas las esferas, incluso en el banco de suplentes y tras el pitazo final en todo el estadio. Incidentes con los hinchas locales, que dificultaron la salida de River y también de la terna arbitral. Sin embargo, la historia ya estaba sentenciada.

 

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