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El elenco de Martín Demichelis empató 2-2 ante Vélez, en Liniers. El equipo Millonario estuvo dos veces en ventaja, pero se dejó empatar en dos oportunidades. El líder del torneo jugó sin Enzo Pérez y sufrió dos goles de un equipo que había marcado un tanto en los últimos seis cotejos. En la tabla sirvió, pero en el balance, el elenco de Núñez debería irse preocupado de Liniers.

River fluyó en el primer tiempo. Incluso, pareció recuperar la memoria y, durante el primer acto, el elenco de Martín Demichelis pudo sacudirse la modorra y la mala onda del 1-1 en Lima y mostró sus credenciales en un José Amalfitani que se mostró indignado con su propio Once durante los primeros ‘45, y que terminó con un “Vamo, vamos los pibes”, para reconocer el esfuerzo de su once púber que logró un 2-2 final que le terminó sentando muy bien y que acrecentó las dudas en el cuadro de Núñez.

Sin Enzo Pérez -Sinovitis declarada poco antes del inicio del partido -, el eje de entrada y el tempo del equipo lo conformaron Aliendro y un Nicolás De la Cruz que más que volante podría ser bombero: siempre listo para apagar el fuego. Si a Matías Kranevitter le falta para jugar desde el inicio, el uruguayo funciona de rueda de auxilio de un Aliendro que lució el despliegue y sacrificio de siempre. Nacho Fernández y Ezequiel Barco fueron las usinas de un River que lució dos puntas: Miguel Borja, que se mostró lúcido y veloz, pero poco certero y Pablo Solari, que intentó lastimar por la banda y terminó siendo inconexo, aunque sacrificado por demás. 

En los primeros 15’, el trámite lució bastante más parejo de lo que fue la media hora posterior. El responsable fue Gianluca Prestianni, interesantísimo proyecto del club de Liniers. River antepuso un soberbio González Pírez y se aprovechó que al pibe lo dejaron solo los propios. Cuando logró “enjaular” al precoz talento velezano, pudo desplegarse. 

Hizo figura a Chila Gómez, que por momentos se pareció más al Chila más exitoso de Liniers. Primero le tapó un gran remate a Borja, después un derechazo que pedía ángulo a Barco y, en el amanecer del gol, primero le ahogó el grito a Robert Rojas, que termino venciéndolo en la segunda que tuvo en la misma jugada. Desde ahí, todo fue de River. Todo menos el malhumor que imperó en el equipo local. 

Tras el 1-0, River se abroqueló en un 4-4-2 lógico y que se le venía reclamando a Demichelis cuando el partido le era favorable. Nacho- Aliendro – De la Cruz- Barco en línea de 4, con el colombiano y Pablo César listos para pescar los errores de la última línea de la “V” liderada por un Godín nervioso y que vio la amarilla promediando la primera mitad, por una dura entrada a Miguel Borja. 

En la segunda mitad, Vélez llegó al empate. Un jugadón de Elías Cabrera permitió que Lucas Pratto anotará el 1-1 parcial. A ese empate, River respondió con cambios que desconcertaron: afuera el “bombero” De La Cruz y Miguel Borja. El equipo de Núñez siguió acechando a Chila Gómez, pero sin suerte, porque el “1” del equipo de Liniers consiguió erigirse en la figura. 

Sin embargo, cuando River no encontraba los caminos, el recién ingresado Matías Kranevitter abrió muy bien una pelota hacia la derecha y Andrés Herrera arrojó un centro perfecto que Lucas Beltrán cambió por gol. Con el 2-1 a favor, Demichelis volvió a mover -mal- el banco: afuera Solari y Barco y adentro Simón (que no juega casi nunca) y Agustín Palavecino. ¿La idea? Sostener el 2-1 con la tenencia del balón. No logró ni una ni la otra. Vélez encontró otra vez la igualdad a través de un remate de larga distancia de Francisco Ortega, con una pelota que se le movió a un Franco Armani que, otra vez, pareció no hacer lo mejor posible. Con el 2-2, el Amalfitani empujó a “los pibes” a ir por la heroica y River, ya sin Nacho, De la Cruz, Solari y Barco, no tenía nafta más que en la voluntad de Beltrán y el barullo que aportaban Paradela, Simón y Palavecino en el medio.

Por esas cosas del campeonato, River sumó un punto que terminó significando alejarse a 6 de San Lorenzo, y como ni Defensa, ni Estudiantes, ni Central, ni Lanús, ni Belgrano sumaron de a tres. Pero en el balance, lo del equipo sigue siendo preocupante. El nivel bajo contra Platense fue encadenado por un empate con gusto a poquísimo en Lima y este empate en Liniers que se asemeja más a haber perdido una gran chance de darle un martillazo al torneo. Se quedó en el amague River. Que lo ganaba, lo empató porque erró mil goles y dejó vivo a Vélez, lo volvió a ganar a poco del final e inexplicablemente de nuevo llevó el trámite a la igualdad. Así está River, precisando de dos dígitos en situaciones para convertir y sufriendo una efectividad cercana al 100% cuando el rival ataca. Así, pese a que los números le sonríen, la mueca aumenta, el gesto se vuelve adusto y la sensación es que el equipo, pese a tener una luz importante de ventaja, lejos está de dar certezas y seguridades, más bien, todo lo contrario.