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Lo arrancó ganando desde el vestuario gracias a José Paradela, pero de ahí en más se cayó en un pozo de falta de efectividad e ideas, por lo que un modesto Arsenal tomó coraje, logró el 2-1 y se terminó llevando un premio mayor.

Con un viento imprevisto cuando el sol estaba cayendo, el Estadio Mâs Monumental se empezó a teñir de rojo y blanco. Cantos de todo tipo e incluido los dedicados a Boca, flamante rival del Trofeo de Campeones que uno vaya a saber cuándo se jugará. Previo al pitazo inicial, plaqueta para Enzo Pérez por haber llegado a los 200 partidos en el club. Iniciado el trámite, monólogo de River con ataques rápidos y pases de primera. Apenas en ocho minutos ya ganaba gracias al gol de José Paradela, que aprovechó el arco vacío tras un centro rasante de Lucas Beltrán que Salomón Rondón no pudo capitalizar. Salvo insinuaciones muy escasas, Arsenal no pasaba mitad de cancha y se mostraba muy nervioso.

Felipe Peña Biafore, hijo de la casa, volvió a esta cancha pero con otra camiseta y se hizo cargo de manejar los hilos del mediocampo. A partir de él, el equipo de Carlos Ruiz creció notablemente en cuanto a orden y retroceso. Pablo Solari, irresoluto hasta el momento, se estaba privando de estirar la ventaja por malas decisiones en el toque final. Sin embargo, el retroceso le viene costando hace tiempo al dueño de casa y padeció algún que otro susto, aunque arriba tampoco estuvo fino para estirar la diferencia cuando fue más que su rival. Paridad y combate en todos los sectores en casi 30 minutos de juego.

Pablo César seguía desperdiciando chances y por el mismo carril, pero en sentido contrario, Juan Manuel Cuesta Baena amagaba con ser una amenaza, pero se topó con Enzo Díaz y Milton Casco, un dúo que clausuró la banda. Sin mucho más que agregar a la historia, finalizó el primer tiempo con mucho por corregir en ambas charlas técnicas.

Los primeros 15 del complemento fueron pura monotonía. River yendo a fondo, malogrando situaciones y con problemas para defender. Apenas tres minutos más tarde, penal de Franco Armani (hasta acá había tenido poco trabajo) sobre Santiago Paiva que Lautaro Guzmán cambió por gol. Desazón y a barajar de nuevo. Ingresos de Nicolás De La Cruz, Agustín Palavecino y Miguel Borja para mayor peso y frescura ofensiva, pero Alejandro Medina, el arquero del Arse, se vistió de Ubaldo Matildo Fillol…

Una lágrima total el equipo: desalmado, sin rebeldía, con miedo de arriesgar… 20′ luego llegó el baldazo de agua helada. Equivocación grosera, pase atrás y Luis Leal de frente para darle los tres puntos a la visita. La gente perdió la paciencia de inmediato y exigió respuestas futbolísticas, de esas que un rejunte de piernas en ataque y sin un estilo claro no podía darle. Por más remate o centro que intentara, ninguno llevaba peligro. Y hablamos de la Fecha 5 de un torneo que, al menos hasta junio, contará con los mismos jugadores que no están pudiendo alcanzar un rendimiento aceptable y convincente. A pensar en Lanús y en bajarlo de la cima para reencontrar la calma.

 

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