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En un primer tiempo formidable de buen fútbol y temperamento, el equipo de Martín Demichelis lo abrió en 15′ minutos con doblete de Salomón Rondón y lo terminó de cerrar en los pies de Esequiel Barco. Gobernador absoluto de la cima de la Liga Profesional y quinta victoria consecutiva sin goles en contra.

La firme obligación de ganar para seguir puntero en soledad, el objetivo del domingo. Dos horas antes del pitazo inicial, el micro de River llegó para acomodarse y pensar en revalidar sus aspiraciones. El Palacio Ducó se fue tiñendo poco a poco, el sol empezó a caer lentamente y la noche asomó con los equipos en cancha. Cotillón de por medio, Facundo Tello dio la orden para comenzar el partido y Huracán, con el color de su gente, desplegó a sus hombres a lo largo del campo.

A los 7 minutos, avisó Lucas Beltrán con una media chilena tras pase de Ignacio Fernández. El Globo no se contentaba con mirar la pelota desde atrás y proponía un golpe por golpe que a su rival le sabía mejor. Tal es así que a los 10′, Salomón Rondón cayó derribado dentro del área y el juez sancionó penal. Chance nítida con un pase sensacional de Beltrán, pero pena máxima al fin y al cabo. Los sofocones en el arco propio se acabaron con la ejecución del venezolano, que rompió la maldita racha y se estrenó en la red.

Santiago Hezze y Matías Coccaro tuvieron sus chances que hicieron tambalear la seguridad de Franco Armani, pero el Millonario volvió a golpear a los 16′ con otra aparición del goleador de la Vinotinto. Excelente aparición de Esequiel Barco para hacer lo que pedía la jugada y dejarlo solo frente a Lucas Chaves. La velocidad con la que movía la pelota permitía que la visita lograra tener la posesión. Toques de primera, controles orientados y pases entre líneas contra un adversario atolondrado y dubitativo.

Nacho Fernández, amo y señor de cada incursión ofensiva con el respaldo de Rodrigo Aliendro, se encargó de jugar a espaldas de sus marcadores y generar caos y más caos. En media hora, todo era del conjunto de Martín Demichelis. Y bien merecido. El último cuarto consistió en resistir y tratar de comprender qué veía el árbitro en cada falta que sancionaba a favor del elenco de Diego Dabove. En un contexto de protesta generalizado por parte de los locales, habemus entretiempo.

Las piernas empezaban a sufrir las secuelas de la altura de La Paz, por eso salió Beltrán para que Agustín Palavecino pudiera darle aire a la inventiva. Había que contrarrestar las escaladas de Guillermo Benitez, de sobria primera mitad con voluntad y potencia. A los 8′, Rondón cayó derribado por Patricio Pizarro pero no se cobró penal, sino que la jugada siguió hasta el otro de la cancha, donde el polémico Cóccaro chocó a Armani en el aire para desacomodarlo y que cayera mal. Esa situación fue aprovechada por el VAR para retrotraer la acción y chequear la anterior.

Tello fue a verlo en la pantalla y sí: penal y expulsión para el defensor del Quemero. El ex Everton fue por su triplete pero Chaves le adivinó la intención, aunque en el rebote hubo definición certera de Enzo Pérez. Todos corriendo a abrazarlo de la emoción, hasta que el repudio derivó en que se repitiera el disparo por invasión (al igual que el capitán, un jugador del Globo también tenía un pie sobre la línea del área grande).

Ahora fue Barco quien infló la red para el 3-0 que desató la furia de la hinchada. El cancionero fuera de la cancha no cesaba, mientras la orquesta la ponía River a puro glamour. Toda la artillería adentro con Matías Suárez, Miguel Borja, José Paradela y demás. Promediando los 40′, corte de luz que apagó la embestida contra el arco anfitrión. De regreso, la ventaja no se estiró por la falta de puntería, porque realmente daba para más goles. Ráfagas de pases y pitazo final. Punteros en soledad con una identidad que se nota cada vez más.

 

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